46. La cena más difícil de su vida

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El viernes por la tarde, antes de ir a por Álex ―excusa que puso a sus padres para ausentarse antes del evento―, fue a buscar a Carlos para hablar con él. En lugar de presentarse en su casa, lo hizo en la facultad donde impartía clases, aunque no estuviera segura de dónde esperarlo. Para su suerte, salió por la puerta principal y, al percatarse de que estaba allí, sonrió tras mostrar un gesto de genuina sorpresa.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó en cuanto ambos estuvieron cerca.

Pasó su mano por la cintura de Marina y la afianzó en su espalda para atraerla hacia él. Le dio dos besos que ella correspondió, después se contemplaron en silencio.

―No tengo mucho tiempo y necesito hablar contigo sobre lo que te dije la otra noche.

―¿La mentira?

Ella asintió, pero en lugar de responder enseguida, se retorció un poco las manos mientras avanzaba hacia el exterior del recinto. Carlos la alcanzó y la tomó del brazo para conducirla al aparcamiento de la universidad, donde tenía su coche. Solo cuando estuvieron en el interior, Marina se atrevió a hablar.

―Esa noche mi madre intentó sacarme información porque piensa que entre nosotros ha pasado algo, o al menos lo pensaba. Le hubiera dicho que sí, que estamos juntos, de no ser por las cosas que me dijo. Por eso tuve que mentir... ―Se detuvo unos segundos mientras tragaba saliva―. Me inventé que estaba saliendo con Álex.

No arrancó el motor aún, aunque la llave ya se hallaba en su sitio. Volteó la cabeza hacia ella, serio, sin saber qué decir hasta que encontró las palabras.

―¿Que has hecho qué?

No pudo aguantar su mirada y por eso la desvió hacia la ventana. Al lado había otro coche que aparentaba ser más pequeño que el de Carlos.

―No sé bien por qué lo hice ni lo que me movió a ello, pero ya está hecho. ¿Mis padres no te han dicho nada? ―indagó y giró la cara para posar sus ojos sobre él.

―Alberto solo me dijo que Álex nos acompañaría... ―Calló de repente al caer en la cuenta de algo que no tardó en exteriorizar―: Joder, ahora lo entiendo. No me dieron explicaciones porque esperaban ver mi reacción durante la cena.

Chasqueó la lengua y golpeó el volante con una mano, sin ser demasiado brusco.

―Quizá deberías inventarte una excusa y no venir...

Solo era una sugerencia, aunque el corazón le latía a tal velocidad que parecía ser una posibilidad real. Quizá si él aceptaba hacerlo...

―¿Y quedar como un cobarde? ―cuestionó Carlos sin dejar de observarla. Frunció el ceño sin darse cuenta―. Estoy cansado, Marina. Ya no quiero ser esclavo de mis miedos, por una vez deseo ser valiente y enfrentarme a una de las cosas que más me aterran.

Marina quedó maravillada ante sus palabras.

―¿Estás seguro? Porque te juegas mucho...

La tomó de la mano y besó su dorso.

―Si no me enfrento a esta situación esta noche, tendré que hacerlo cualquier otro día. ¿O es que piensas fingir durante todo el tiempo que tu novio es Álex? En algún momento se acabarán enterando de que en realidad estás conmigo, salvo que tu intención sea que dejemos de intentarlo en un futuro próximo. ―Marina estaba dispuesta a contradecirle, pero él continuó hablando entretanto acariciaba su mano con suavidad―: Si es así dímelo ya y así me ahorro el sufrimiento.

El interior del vehículo quedó en silencio unos instantes. Soltó su mano y Marina se golpeó con su propia pierna al no preverlo.

―¿Cómo piensas que voy a querer dejar lo que tenemos? ―inquirió al tiempo que se frotaba la zona golpeada de la mano. Después la acercó al rostro de Carlos para acariciar su barba―. ¿En serio crees que soy capaz de mandar todo a la mierda después de lo que hemos vivido juntos?

Fragancia de azaharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora