27. Noche de discoteca

1.8K 181 135
                                    

—Soy de lo peor, Juli. —Carlos ocultó el rostro tras sus manos.

Estaba sentado en su sofá con los codos sobre las rodillas. Tuvo suerte de que Julián ese día no tuviera planes porque de otra forma no estaría con él en su salón a la hora de cenar.

—¿Qué has hecho? El domingo me dijiste que pensabas poner las cartas sobre la mesa con Marina...

—Y lo he hecho, pero mal. He mandado a la mierda todo: lo que hemos vivido, sus sentimientos y los míos.

Julián colocó la mano derecha sobre su hombro y apretó con suavidad.

—Estoy seguro de que habrás tenido tus razones, pero te arrepentirás de haber tomado esa decisión. ¿Has pensado en cómo la verás a la cara cada vez que vayas a cenar a su casa? ¿O es que piensas rechazar la invitación a partir de ahora?

Carlos levantó la cabeza para ver a su amigo.

—¿Cómo crees? Si lo hiciera, Alejandra y Alberto serían los primeros en sospechar...

—Pero harás daño a Marina.

—No será la única que sufra, yo también lo haré.

—¿Y eso te consuela? Porque si es así... —Ladeó la cabeza hacia la izquierda.

—En absoluto, solo soy consciente de la realidad.

Permaneció callado unos instantes mientras recordaba todo lo vivido ese día con ella.

—Hubo un momento en el que solo pensé en besarla y olvidarme de todo, pero —suspiró— no pude. Después habría sido más difícil para mí decirle todo aquello. Tampoco quería que pensara que la había usado ni nada de eso, porque no es así. Todo lo que hice con Marina fue porque lo sentía, aunque me lamentara después por pensar que me aprovechaba de ella.

—Pero era consensuado ¿no? —preguntó Julián y obtuvo la respuesta en silencio, con un movimiento de cabeza—. Entonces no seas tonto, Carlos, porque ese comportamiento solo hará que se aleje de ti cada vez más.

—¿Y qué quieres que haga si ni siquiera yo estoy seguro de lo que siento? Me vuelve loco, pero ¿es eso suficiente? ¿Lo sería para ella?

—Está claro que sientes algo muy profundo por Marina, pero prefieres mentirte a ti mismo y no afrontar tus sentimientos.

Carlos suspiró de nuevo.

—Hay algo que nadie sabe, un secreto que siempre he ocultado a todo el mundo porque me avergüenza. —Dejó de hablar lo suficiente mientras tomaba, sobre la marcha, la decisión de contarle solo parte de la historia—. Pensé que había conseguido librarme gracias a la terapia, pero algo que escapó de mi control provocó que volviera a ello... Lo que quiero decir con esto es que prefiero que Marina no lo sepa y que tal vez lo mejor sea que nos separemos, al menos hasta que sienta que vuelvo a tener el control.

—¿Y has tenido problemas antes con eso que tanto te atormenta? Me refiero a si los has tenido con otras mujeres... —indagó Julián.

—Sí.

Esperó por si decía algo más, pero no lo hizo. Se limitó a observarlo en busca de alguna reacción, pero si a Julián le sorprendió tanto lo que le contó como su última respuesta, no lo demostró. Carlos cerró los ojos con fuerza y apoyó la coronilla en el respaldo del sofá.

—No quiero que Marina me odie —abrió los ojos y fijó la vista en alguna zona del techo—, pero si puedo alejarla de mí un tiempo es posible que luego me lo agradezca...

—¿Y si para ella no es tan fácil como tú lo ves? ¿Y si está hasta las trancas? —insistió—. No puedes obligarla a sentir lo que tú quieras que sienta.

Fragancia de azaharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora