47. Carlos

1.3K 115 107
                                    

Hace cuatro años...

―Tío, ¿hace cuánto que no tienes novia? ―le preguntó Alberto antes de beber un sorbo de su cerveza.

Carlos observó a su amigo con el rostro serio, pensativo, mientras giraba el vaso varias veces sobre la mesa. Los dos estaban en un bar cercano al bloque de pisos donde vivía Alberto con su familia.

―Ni me acuerdo, pero no es algo que me corra prisa ¿sabes? Ahora mismo estoy centrado en mi trabajo, que es lo que más me llena.

―Divertirse de vez en cuando no está mal, Carlos ―comentó con una sonrisa.

En ese momento el aludido bebió un poco de cerveza y se tomó su tiempo para degustarla.

―En cuanto esté con una mujer será porque quiero una relación seria con ella, ya deberías saberlo. De no haber sido porque Belén...

―Belén no te merecía, tío. No le des más vueltas.

Alberto no sabía por qué lo había dejado, pero no necesitaba conocer el motivo para estar seguro de su afirmación. No obstante Carlos era consciente de que algunos de sus gustos alejarían a cualquier mujer que le pudiera interesar.

―¿Cómo le va a tu hija con sus estudios? ―indagó para cambiar de tema.

―Bastante bien, la verdad. Aunque me entristeció que no estudiara lo mismo que nosotros, estoy comprobando que hizo una buena elección. ¿Quién sabe si acabará siendo una gran redactora o guionista de película? ―Encogió los hombros con el rostro risueño.

―Cuando le ayudé a prepararse para Selectividad tuve claro que las matemáticas no le entusiasmaban.

―Me habría gustado tanto que siguiera nuestros pasos, pero tendremos que esperar a que Daniela elija lo que quiere estudiar. Si te digo la verdad creo que tampoco va a tirar por matemáticas.

Los dos rieron ante el comentario de Alberto antes de beber otro trago de cerveza. Permanecieron callados durante unos instantes hasta que Carlos retomó el tema anterior solo para dejar claro un punto.

―Si vuelvo a enamorarme espero que sea la definitiva. Que me quiera por cómo soy y a pesar de mis defectos. ¿No se supone que eso es el amor?

―Lo es, claro que lo es ―le confirmó Alberto―. Estoy seguro de que cuando eso pase, te enamorarás de alguien que te corresponda.


···


Durante la semana siguiente a la cena, aprovechando que empezaba la época de exámenes, Carlos se mantuvo alejado de Marina para no tentar a la suerte. Solo salía del piso cuando tenía que estar en la facultad por posibles tutorías, para comprar o cada vez que necesitaba respirar un poco de aire fresco. La soledad le agobiaba en ocasiones y prefería estar encerrado en su despacho a la espera de alumnos que pasar los días y las horas muertas en su vivienda.

Echaba de menos a Marina y le entristecía que las cosas sucedieran de esa forma el viernes anterior. «Si no hubiera sido un cobarde en su momento quizá ahora todo sería diferente», pensó el jueves mientras apoyaba la cabeza en su mano y revisaba algunos trabajos que tenía que evaluar antes de final de mes. Intentaba mantener la mente ocupada para no pensar ni en ella ni en su mejor amigo.

―¡Maldita sea! ―exclamó tras golpear la mesa con el puño.

El timbre sonó en ese instante y, extrañado, se levantó de la silla para acercarse a la puerta. No estaba de humor para ver a nadie, tampoco estaba peinado o bien vestido: su atuendo consistía en una camiseta blanca de mangas cortas y unos pantalones cortos negros. Al abrir encontró al otro lado a Marina y se pasó la mano izquierda por la cara.

Fragancia de azaharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora