Capítulo 25

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Rebecca sabe cosas.

Vuelve a soñar con la chica que tanto quiere conocer.

Tiene que abrir y cerrar los ojos para acostumbrarse a la luz del lugar, pareciera que está en un restaurante muy elegante iluminado con los tonos anaranjados del atardecer, encima de él hay un candelabro de cristal muy hermoso y cuyos reflejos hacen que minis cristales se vean por el lugar, está sentado en una silla frente a una mesa de cristal, parece ser una cena elegante pues en el centro de la mesa hay unas velas encendidas, junto con un pavo y vino tinto servido en dos copas.

El restaurante se le hace bastante familiar, solo que no consigue reconocerlo de un todo, no hay nadie más en el lugar más que él, se mira a sí mismo y le parece curioso verse con ropa elegante, un traje de color negro con un juego de corbata tinta.

Se empieza a desesperar que no pueda moverse, es como si tratara de hacer algo, pero su cuerpo se niega a sus órdenes. Se paraliza cuando siente el toque suave en su hombro derecho, no sabe porque se queda inmovilizado negándose a mirar de quien se trata.

La mano se desplaza lentamente y con elegancia sobre sus hombros hasta reposar en el izquierdo, escucha los suaves pasos que ejerce mientras se niega a mirar. La mano deja de tocarlo antes de rodearlo y sentarse en la silla frente a él. Lo que llama su atención es el vestido largo de color amarillo junto con unos tacones plateados y la figura femenina se sienta tomando una copa con ese contenido de color sangre.

Trata de enfocarse en su rostro, pero no consigue descubrir de quien se trata, es como si supiera de quien se trata y a la vez no, los rasgos suaves de su rostro le gritan la tranquilidad que tanto necesita, trae un labial rojo puesto tan provocativo que le obliga humectarse los labios, su cabello castaño baja por sus hombros rizado y sus ojos pueden verse el color claramente.

-El amarillo es mi color favorito – se sorprende a sí mismo cuando habla, no tenía planeado decirlo es como si estuviera en modo automático y no tiene control de su lengua.

- Lo sé – sonríe la chica antes de tomar un sorbo de su copa. – Por eso me lo puse, ¿Te gusta?

- Me encanta - ¿Quién rayos está hablando? Piensa Matías sin saber por qué está diciendo esas palabras. - ¿Por qué ya no me escribes? – esa pregunta como las otras veces se le sale sin pensar, sin embargo, era algo que lleva días preguntándose.

- ¿Quieres que te escriba? – pregunta dejando la copa en la mesa.

- Extraño tus palabras – no miente, extraña encontrar las cartas en su mano y leer que esta perdidamente enamorada de él.

De repente el paisaje cambia totalmente, ya no está sentado ni esta la mesa con comida, esta como en una especie de balcón con la luna frente a ellos en su máximo esplendor, pasea la mirada reparando el lugar, es un balcón iluminado por velas y frente a ellos la ciudad iluminada con miles de focos deleitando la vista, algo se mueve frente a él y nota a la chica del vestido amarillo en posición para iniciar un baile.

Una mano está en su cintura y otra sostiene su mano, de forma automática se mueven sincronizadamente, se queda en blanco cuando nota que le sigue la corriente bailando con ella, se separan un segundo para que pueda darle la vuelta, su cabello se ve tan bonito cuando da la vuelta, se suelta un segundo antes de bailar ella sola, él se queda estático mirando como ella baila le da tanta paz y le gusta mucho como lo hace. Son movimientos tan suaves y relajantes.

Sorprendentemente le detiene el baile agarrándole de la cintura y trayéndola su pecho, puede que el movimiento fuera un poco brusco.

Inconscientemente le pasa una mano por el rostro retirándole los mechones rebeldes, acercándose a su boca, da ojeadas rápidas entre su boca y sus ojos sin querer apartarse, justo cuando sus labios están por tocarse habla.

Cartas de Ceniza. Completo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora