Cuando quemamos una hoja se convertiría en pequeñas cenizas, pero ¿Qué pasa con ellas después? Muchos pensamos que quizás el viento haría lo suyo y se las llevaría. ¿Pero y si no es así? Ahora, ¿Qué pasa si es una carta, está se enviaría?
Flecha. U...
Es la tercera vez que salgo fuera de mi casa para caminar, generalmente cuando no puedo dormir salgo a despejar la mente, suele relajarme a un nivel básico para dormir, pero por más que cruzo varias cuadras o doy vueltas al parque, no puedo conciliar el sueño.
¿A qué se debe?
La principal razón a esos ojos miel que tanto ruedan en mi mente, hace años que estoy enamorada de él en secreto, a quien he tenido que ver desde lejos por qué no he tenido el valor de hablarle más, ya que, si hablamos, pero no pasa de un saludo.
Mi insomnio comenzó cuando volvimos de vacaciones hace dos semanas, es nuestro último semestre en la preparatoria, llevo toda la vida esperando a tener la valentía para hablarle, pero como siempre me acobardo. En medio de mis vacaciones de invierno me enteré de que él empezó a salir con la chica que todos quieren del instituto, Amber Goyle, una hija de papi quien siempre consigue lo que quiera sin importarle a quien tiene que pisotear. Inicio de año ya estaba amargada, sinceramente no quiero entrar a clases y verlos paseando tomados de la mano, demostrando lo enamorados que están, al menos así se veían en sus historias de Instagram.
Hablando de la Señorita Goyle más caprichosa del mundo, todavía recuerdo cuando descubrió mi enamoramiento hacia Matías, se burló de mí, comparándonos diciéndome que si lo pone a elegir entre ella y yo terminaría perdiendo, y eso fue lo que pasó, la eligió a ella. A veces pienso que Amber se fijó en Matías solo para demostrarme que tan inferior soy y dejen confesar, que lo logró. Yo no tenía ni oportunidad de hablarle, ni siquiera podía sostenerle la mirada por más de 5 segundos sin sonrojarme, y gracias a mi cobardía, él está siendo feliz con alguien más.
Al llegar a casa siento una lagrima solitaria bajando por mi ojo, nunca creí que soltar una lágrima dolería tanto como esta. Está claro que me la limpié rápidamente, subí a mi cuarto llegando a mi balcón. Está haciendo algo de frío, pero no le tomo importancia. Agarro asiento en una de las sillas recargando mi cabeza en mis manos, ¿Qué hago? ¿Cómo me saco a un chico del corazón?
Recuerdo las palabras de mi madre: Lo que no puedas decir, escríbelo.
No es tan mala idea, considerando que necesito sacarlo, rápidamente saco una hoja de mi libreta y una pluma, sentándome y recorriendo la mesa para apoyarme.
Querido Matías:
Te escribo en la madrugada del lunes, solo para culparte de mí insomnio, mi mente no deja de pensar en los preciosos ojos miel que te cargas, ni de imaginar en los miles de momentos que podríamos tener o en las palabras que siempre callo cuando te veo. Porqué llevo más enamorada de ti más tiempo de lo que puedas imaginar, culpo a mi cobardía de no poder decirte las palabras que tanto guardo.
Es el último semestre que nos queda, el último semestre que podré verte todos los días, ojalá algún día me mires con esos ojos como yo te miro. Estoy lejos de ser valiente, pero no sé por qué no lo hago, me gusta observarte desde lejos, me gusta ver tu ceño fruncido cada vez que te metes en el papel de capitán del equipo, me gusta verte sonreír, y me gustaría que algún día, el motivo de tu sonría fuese yo.
No me creo capaz de querer a alguien como a ti, estaré viéndote desde lejos, puede que no me notes, pero siempre estaré viéndote y aplaudiendo todos tus logros.
Te amo con todo mi corazón.
Flecha.
La leo una y otra vez con una estúpida sonrisa, fue fácil decir una de las tantas que quería decirle. Flecha, mi seudónimo preferido.
Es un peligro que esta carta caiga en malas manos, por lo que prefiero mil veces quemarla antes de quedar en ridículo. Hasta yo me siento ridícula escribiéndole una carta a mi crush de toda mi vida, a quien nunca la leerá.
Voy rápidamente por unos cerillos de mi cocina para volver a mi balcón. Enciendo un cerillo quemando una de las esquinas, cuando las llamas están por tocar mis dedos la suelto dejando que el viento se lleve sus cenizas, y con ella las palabras que tanto guardo. Ay Matías, nunca sabrás de mis cartas y con esa tranquilidad, me fui a dormir.
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