Lily
Observó mi reflejo en el espejo, han pasado 6 años desde la pesadilla que viví. No ha sido fácil pero lo he logrado, hoy las heridas ya no duelen, las cicatrices siguen ahí, pero no me han impedido avanzar.
Puedo decir que hoy me siento más fuerte que nunca, he ido a terapia para superar el pasado y lo he logrado, fueron muchas noches de pesadillas y lágrimas en las que Alex y mi madre estuvieron para ayudarme.
Cerraba los ojos y sentía de nuevo que me ahogaba presa de sus brazos que me sujetaba y me sumergía más y más pero ya no. Se acabaron las lágrimas y el miedo.
Me di cuenta que yo soy fuerte, que podía lograr lo que me propusiera así el mundo estuviera en mi contra.
Quizás no me tocó la vida más fácil, pero gracias al amor de la gente que me rodeaba, las terapias y mi propia esencia me di cuenta que depende de mi como iba vivir mi vida de aquí en adelante, no iba dejar que las circunstancias me derrotaran.Todos los días me veía en el espejo y observaba a una mujer totalmente diferente a la fui por tantos años. Una mujer llena de sueños por cumplir, una mujer que trataba día a día de demostrar cuanto amaba la vida y a todos los que la rodeaban. Aprendí que nunca debemos guardar nuestros sentimientos así salgan como sonrisas o lágrimas pues es sano dejarlos fluir.
6 años habían pasado desde aquella pesadilla de la que creí jamás despertar y hoy por fin... Lo he logrado, puedo recordar sin dolor y sin miedo; agradecida con la vida por haber podido sanar la relación con mi madre pues aunque nos había llevado varios años de terapia y ejercicios, juntas lo hicimos.
Hoy más que nunca se ha vuelto un gran motor para mi vida, pues no ha habido navidad y cumpleaños que no hayamos pasado juntas. Después de tantos años puedo darle un beso y abrazarla todas las mañanas sin miedo a su rechazo y ella me ha demostrado todo ese amor que durante tanto tiempo tuvo atorado en el pecho.Alex y Daniel también han sanado, ambos han decidido recorrer el tiempo que les quede con ese amor de hermanos que alguna vez tuvieron dos niños pequeños a los que la vida había golpeado despiadadamente. Pues no han olvidado el pasado, pero hoy, al igual que yo, pueden voltear a verlo sin tanto dolor y resentimiento como lo habían hecho por tantos años.
Daniel hace tres años había decidido casarse con el gran amor de su vida, Patrick. Ambos seguían trabajando juntos más felices qué nunca y pensando en formar una familia con niños, algo difícil para una pareja como ellos pero no imposible. Eso lo demostraban cada día pues se volvieron voluntarios en varios centros de ayuda para niños de la calle, hospitales y centros de ayuda. Eso era algo que les llenaba el corazón de alegría a ambos, siempre volvían a casa con miles de historias nuevas acerca de los niños que podían ayudar y conocer.
Alex y yo nos mudamos a vivir juntos hace poco a un pequeño departamento qué ambos alquilamos gracias a nuestro trabajo, pues yo había decidido convertirme en psicóloga para poder ayudar a todas esas personas que lo necesitan. Durante mis practicas había podido tratar con muchas víctimas de abuso qué vivieron lo que alguna vez yo viví también. Fue muy doloroso no lo voy a negar, traían a mi memoria horribles recuerdos pero, cuando estaba por caer de nuevo, había una mano que me sostenía con especial fuerza y amor. Alex se había vuelto mi mejor amigo y el amor de mi vida.
Gracias a todo el apoyo y cariño que me brindó durante todos estos años había podido superar gran parte de mis miedos. Él y yo nos completabamos mutuamente y tal y como alguna vez se lo dije yo, el estuvo para curar mis heridas y cuando intentaba agachar la cabeza para mirar las cicatrices el me volvía a levantar y agarrar con más fuerza para no caer.
Es increíble como el amor nos transforma de meneras que no logramos imaginar, como cura nuestras heridas y como nos acompaña durante ese largo camino llamado vida.
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Siempre tuyo, siempre mía, siempre nuestro © [EN PROCESO]
FantasíaEntonces lo miré fijamente, sus ojos estaban llenos de lágrimas Y le dije: -¿Esto ya término? Y él con el corazón partido pero sin mostrar culpa alguna, me susurro al oído diciéndome: -¡Esto nunca existió! Ce...