2 ¿Real o no Real?

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Me desperté sobresaltada en la soledad de mi habitación mientras a lo lejos se asomaban los primeros rayos del amanecer. Apague la lámpara en mi mecita de noche pues como dije, odio la oscuridad, no puedo dormir si no tengo una pequeña luz cerca que apago al alba de cada mañana.

De pronto aquel sueño se vino a mi memoria. Cada imagen, cada gesto y palabra se encontraban repitiendose en mi cabeza como si de una película se tratara.
Recordé aquella flor blanca que había puesto detrás de mi oreja y al llevar mi mano allí me quedé sin aliento.

Suavemnte retiré de la flor que aún la tenía conmigo entre las hebras de mi cabello. A pesar de la poca luz que entraba por la ventana que se encontraba a mi lado pude distinguirla. Era la misma que Gabriel me había dado al despedirnos.
Un suspiro escapó de mis labios siendo este más un anhelo de querer volver a verlo, de sentir de nuevo su piel tocando la mía y sus hermosos ojos recorrer mi rostro.

¿Qué esta pasando? ¿Esto era simplemente un sueño? Y si no es un sueño, ¿De dónde salió la flor? Era invierno y no había una sola flor cerca de casa que no estuviera cubierta por el blanco manto de la nieve.
Tenía miles de preguntas rondando mi cabeza pero poco tiempo para detenerme a pensar en ello pues debía ir a clases.

Dejo aquella flor sobre la mesita de noche y me meto a la ducha con una extraña sensación recorriendo mi cuerpo.

Me encuentro peinando mi cabello cuando observó aquella flor a través del espejo de mi tocador

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Me encuentro peinando mi cabello cuando observó aquella flor a través del espejo de mi tocador. Dejo el cepillo para cabello a un lado y me levanto hasta la mesita de noche tomando la delicada flor en mis manos.
Recuerdo a Gabriel llevarla hasta la nariz inalando su aroma provocando que yo repita ese acto. La pequeña flor blanca posee un aroma dulce que parece ser una combinación entre canela y vainilla, siento una corriente eléctrica por mi espalda.
Cierro los ojos y puedo observar el rostro de aquel joven, pareciera que ha quedado grabado en mis pupilas.

Con la imagen de su rostro fresco en mi memoria, tomo mi mochila y salgo  de mi habitación con la flor en mano. Observó la puerta de la habitación de mi madre entreabierta.
La empujo suavemente y entro despacio, mi madre se encuentra acostada en posición fetal durmiendo profundamente. Apago la lámpara de su mesita de noche y tiro un poco más de las sábanas para tapar su cuerpo, ella igual suele dejar la lampara de su tocador o la televisión ensendida cuando duerme.

Antes de salir la observo unos instantes trayendo a mi mente todo aquello que me gustaría poderle decir.

Ay mamá, si supieras todo lo que daría por poder darte un abrazo y decirte cuanto te amo sin temor a que me rechaces y me hagas sentir culpable de haber llegado a tu vida sin permiso.
Yo sé que fuiste madre en tu último año de preparatoria y que mis abuelos te corrieron de casa por mi, sé que nunca pudiste rehacer tu vida por lidiar con migo, que no tienes la vida que hubieras deseado así como también se que nunca me vas a perdonar por esto...
Pero tan solo quisiera decirte que no hay rencor en mi corazón, te amo a pesar de tu falta de cariño con migo.  Te amo a pesar de que tu no sientas lo mismo por mi y te amo por que eres mi mamá y no quiero dejar que mi corazón se llene de resentimiento y más sentimientos negativos que sé, podrían llegar a envenenarme el alma y por que no me cabe en la cabeza sentir algo así por el ser que me dio la vida.

Siempre tuyo, siempre mía, siempre nuestro © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora