Dí una gran bocanada de aire antes de girar el pomo de la puerta y volver a pisar aquella casa llena de recuerdos.
Daniel, mi padre, mi querida madre y mi fiel compañero canino.Me daba tristeza observar lo descuidada que estaba, la maleza seca tendida por todas partes, los árboles del bosque parecían más altos de lo que recordaba, pero aún así eran los mismos que tantas veces había visto desde mi jardín. Aquél sol era el mismo que se ocultaba entre ellos para dar paso a la noche oscura una vez más.
Al abrir la puerta sentí una punzada en el corazón y una suave brisa recorrerme por completo trayendo a mi mente hasta el más mínimo de mis recuerdos.
—Alex... —Susurro Lily a mi lado entrelazando su calida mano con la mía.
Hacía apenas unas horas que habíamos enterrado el cuerpo de mi padre, no voy a negar que me dolió mucho el hacerlo, pero me reconfortaba saber que al menos había llegado para despedirme de él por que sabía que de algún modo había liberado así nuestras almas pues sentía un alivio como hace mucho no.
Me puse a pensar en todo lo que me habría ahorrado de haberlo perdonado hace tantos años, me di cuenta que cargaba con una maleta muy pesada que no tenía por que arrastrar con migo, finalmente y por amor hacia mi tranquilidad la solté; claro que quizás jamás lo habría hecho sin la ayuda de Lily.Una vez dentro, Daniel caminó lentamente hacia la pequeña repisa que había sobre la chimenea, en ella se encontraban varios retratos cubriendo de polvo las fotografías que allí se encontraban.
Mientras él limpiaba aquellos retratos, mi vista fue hacia la pared de la misma chimenea donde allí colgaba una enorme pintura con una pareja. Él la tomaba por la cabeza mientras llevaba la cabellera de aquella mujer hasta su nariz perdiéndose en su aroma, acariciando con ternura su rostro mientras la mujer mantenía los ojos cerrados disfrutando de aquella cercanía, de aquel calor que las manos de ese hombre le brindaban.
Sentí las lágrimas al borde de mis ojos... Aquella pareja eran mis padres, Bianca y Alexander. Mi madre era la autora de aquella hermosa pintura, siempre me había contado aquella mujer que curó las heridas de Daniel una noche, que algo que amaba mi madre era la pintura.
Me había dicho que ella había retratado los momentos más hermoso que había vivido en sus lienzos, que estos se encontraban guardados, desgraciadamente nunca supe donde se hallaban aquellas pinturas.
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Siempre tuyo, siempre mía, siempre nuestro © [EN PROCESO]
FantasíaEntonces lo miré fijamente, sus ojos estaban llenos de lágrimas Y le dije: -¿Esto ya término? Y él con el corazón partido pero sin mostrar culpa alguna, me susurro al oído diciéndome: -¡Esto nunca existió! Ce...