36 Por toda la eternidad

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Por toda la eternidad, curiosas palabras; pues la eternidad es un largo tiempo.

¿Quién nos garantiza que mañana seguiremos con vida? Que al despertar todo será como el día anterior o quizas mejor, quizás hoy conseguirás el trabajo o la beca que tanto soñaste, disfrutarás de aquella deliciosa comida que solo puedes degustar en un solo lugar. Podrás volver a ver, besar y abrazar a quien amas. No tenemos garantía de vida. No tenemos la seguridad de que mañana todo saldrá bien y a veces... Ni siquiera tenemos las ganas de intentarlo una vez más al amanecer.

Aún me sigo preguntando... ¿Por qué a mi? ¿Qué fue lo que hice mal? ¿Es que acaso estaba condenada a vivir toda una vida llena de lágrimas, corazones rotos y malos trato?

Tantas historias de amor en los libros y películas, todas hablan del amor verdadero, ese que llega cuando menos te lo esperas rompiendo barreras y miedos. Ese amor que te alimenta día con día, que te devuelve las ganas de vivir y por el cual también morirías.
¿Dónde está ese amor? ¿Realmente existe? O mejor dicho ¿Podré conocerlo alguna vez? No creo, al parecer ya no me queda tiempo.

¿Qué hay de esa felicidad que nos pintan? Cada protagonista tiene ese amigo dispuesto a luchar contra viento y marea por salvarse el uno al otro. En mi vida solo había conocido malas personas, 'amigos' que por ratos eran ellos quienes te salvaban de ahogarte y luego ellos mismos te tiraban del precipicio.

¿Por qué había tanta gente mala en mi camino? Yo tan sólo quería ser felíz, tener una vida normal con un hombre que me quisiera, me diera unos maravillosos hijos, una mejor amiga a la que ellos llamaran tía y quien habría estado ahí para mi incondicionalmente.

Ahora nisiquiera sabía donde estaba, me hallaba en un limbo, pérdida entre las olas de mar que parecían bailar a mi alrededor.

Ya no sentía nada, no dolía nada, ni siquiera el hecho de no saber dónde o que me había pasado; tan sólo me sentía flotar como una de esas burbujas que creaba con el jabón al lavar los platos observando lo lejos que iban, lo bonitas y delicadas qu...

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Ya no sentía nada, no dolía nada, ni siquiera el hecho de no saber dónde o que me había pasado; tan sólo me sentía flotar como una de esas burbujas que creaba con el jabón al lavar los platos observando lo lejos que iban, lo bonitas y delicadas que se veían.

Cerré los ojos y me deje llevar por las olas, mis brazos iban al compás de las aguas que mecian con ternura mi cabello.
Quizás si me dejaba llevar por ellas encontraría mi fin o quizás simplemente sería arrullada por las aguas el resto de la eternidad. Sea como sea, me dejé hacer por ellas.

Siento que mi cuerpo es arrastrado hasta la suave arena, no intento abrir los ojos aún, solo quiero sentir la suavidad de esta bajo mis dedos mientras el mar aún abraza parte de mi cuerpo. Extrañamete siento como si este lugar me fuera conocido.

Abro los ojos solo para darme cuenta, que frente a mi se encuentra lo que parece ser un bosque.
Sin prisa alguna me levanto de la arena sintiendo la frescura del amanecer que se aproxima en mi piel, al viento soplar entre las hebras de mi cabello haciendo que poco a poco se vaya secando.

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Siempre tuyo, siempre mía, siempre nuestro © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora