Capítulo 19: Un regalo

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Iba a salir al bosque a buscarlo, pero al fin y al cabo, no tenía caso, volví y entré a la cocina, aún tenía hambre.

Saqué una manzana de la nevera, y con una navaja que encontré en un cajón, me dispuse a cortarla, lo que fue un esfuerzo inútil ya que no tenía fuerzas y me temblaban un poco las manos.

Suspiré irritada, no me gustaba en lo absoluto sentirme de esa manera, así que moví las manos y las muñecas un poco para volver a intentarlo.

Antes de que el filo de la navaja tocara la superficie de la manzana, una mano masculina muy delicadamente me tomó ambas manos por detrás. No me asusté en lo absoluto, por la manera en que reaccioné y por cómo mi corazón dio un vuelco, supe que era Peter.

- ¿Qué estás haciendo? - Me susurró en el oído.

- Corto una manzana - Dije lo más calmada posible.

- Pareces necesitar mi ayuda - Apartó mi mano de la navaja y la puso sobre la mesa.

- Puedo hacerlo sola - Peter rió antes de abrazarme por la cintura.

- ¿Ah sí? No lo creo.

Dicho eso, me levantó del suelo mientras me apartaba de la mesa de la cocina, de la sorpresa pasé a reírme, Peter me puso de nuevo en el suelo y yo me di la vuelta para verlo frente a frente y di un paso hacia atrás.

Pero Peter avanzó lo suficiente para romper la distancia que nos separaba, quedamos a pocos centímetros de distancia, mi corazón iba tan rápido como un auto de carreras. Peter quitó un mechón de cabello de mi rostro y sonrió.

- ¿El vampiro te dijo algo interesante? - Parpadeé un par de veces sin creer su pregunta.

- Me imagino que ya lo sabes - Afirmé segura de que pudo escuchar lo que dijo.

- Por supuesto que lo sé - Frunció el ceño, no estaba muy segura, pero casi que podía ver celos en su mirada, era bastante contradictorio que alguien como él se sintiera de esa manera.

- ¿Acaso eso te disgusta? - Levanté una ceja, divertida por la situación.

- No - Hizo una pausa antes de agregar - Por que sé que al final del día soy el único que puede hacer esto.

Me tomó con fuerza y volvió a besarme, no habían palabras para describir lo feliz que me sentía en ese momento, no quería estar lejos de él nunca más, deseaba que ese instante durara por siempre. La manera en que me miraba y me acuñaba en sus brazos me hacía sentir de una manera que jamás creí posible.

Después de preparar un almuerzo improvisado nos quedamos en mi habitación, y Peter me enseñó a jugar póquer mientras hablábamos de todo un poco. Casi cada media hora, Peter revisaba cómo estaba mi fiebre, al parecer ya disminuía, el remedio casero había funcionado.

Hablé con Anna por teléfono mientras Peter preparaba un bocadillo, ella me adelantó un poco de las clases del día y hablamos un rato sobre Sam. También me envió por correo electrónico las notas del día y Peter me ayudó a pasarlas, ya que me cansé de escribir rápidamente, su letra era bastante organizada y estilizada. Verlo escribir era bastante calmante, parecía concentrarse bastante en lo que hacía y la luz del atardecer resaltaba sus rasgos y se veía bastante apuesto.

Me pilló observándolo como una boba, no pude más que sonrojarme, él sonrió, dejó mi cuaderno a un lado y se apoyó en la cama para darme un dulce beso.

El tiempo se pasó volando, cada minuto que pasaba con él era espectacular y especial, me encantaba la manera en que él posaba su mirada en mi, nada más importaba cuando me veía de esa manera, estábamos en nuestro propio mundo, que era total y genuinamente perfecto.

Fire & IceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora