Capítulo 35: Despedida

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Un hombre me levantó al sujetarme por los brazos, no tocó ninguna de mis heridas, así que traté de darle una patada, pero justo llegó otro quien me tomó las piernas con fuerza y rápidamente las ató con una cadena. Sonreí un poco al pensar que fácilmente podría romperla, pero al ver que aquel hombre las terminó de amarrar, enterró una pequeña vara de metal en mi tobillo, puesta de tal forma de que no sanara y de que me doliera cada vez que me moviera sólo un poco.

Me hicieron sentar delante de un árbol, pasaron mis brazos por atrás y me amarraron allí; la cuerda que ataba mis muñecas era ridícula, pero cómo las heridas que tenía allí no sanaban, no podía moverlas sin exclamar por el dolor.

- Parece que lo has planeado bien - Dije de forma entrecortada.

Miré a Michael con todo el odio que podía tener tratando de ocultar el dolor que sentía, no podía dejarlo ganar, al menos no en eso. No le daría el gusto.

- Repito que es una lástima - Dijo Michael mientras se acercaba y tomaba mi rostro con una de sus manos - Me hubiera gustado tenerte.

Aparté mi rostro con fuerza, ese tipo me asqueaba horriblemente. Pero él simplemente volvió a reír y alejarse mirando fijamente al bosque, esperando.

- Dime, Michael, ¿Cuál es el propósito de este plan? No veo que ganes nada con tenerme aquí atada.

Si iba a morir, pensé, trataría de averiguar todo lo que pudiera y haría lo que pudiera para comunicárselo a Peter antes de que se dieran cuenta de mi ausencia.

Michael volvió a verme, al parecer complacido con la pregunta.

- Si tanto quieres saber, te lo diré - Dijo orgulloso - Busco el sufrimiento de alguien. Mejor dicho, de tu otra mitad.

- ¿Mi otra mitad? - Pregunté en verdad sorprendida.

Había olvidado ese tema por completo desde que encontré a Peter. Después de todo, Connor había desaparecido antes de que siquiera pudiera planteármelo.

Además, el asunto de "la otra mitad", sólo tiene que ver con los lobos, no con vampiros.

- Yo no tengo otra mitad, no soy lobo, idiota - Le dije con furia, era suficiente con que me hiriera físicamente, no necesitaba eso.

- ¿Yo soy el idiota? - Dijo con una sonrisa - Dime, querida, ¿Acaso no puedes hablar mentalmente con mi hijastro? ¿No sientes su dolor?

- Eso no tiene que ver con nada, y no, no siento su dolor - Exclamé y luego dije una mentira - Como tampoco hablo mentalmente con él.

- Claro que si - Bufó él - Ese último día que estuviste como humana, ¿Recuerdas? Casualmente él fue golpeado cuando tú empezaste a sentir esos dolores que te acosan desde niña.

Abrí un poco los ojos, ¿Cómo demonios alguien como Michael sabía todo eso? Y lo que era más sorprendente aún, si él decía la verdad, yo era la otra mitad de Peter. Peter nunca me dijo que lo era, pero tampoco me dijo que no lo era.

- Eso no es verdad - Refuté - Debería revisar a quien le haya dicho todo eso.

- No intentes contradecirme - Michael caminó hacia atrás mío y luego volvió a aparecer con alguien llevada de la mano. Era Miranda - Querida, te presento a mi informante, y mejor aún, mi otra mitad.

Eso explicaba toda la información, como maestra debió estar al tanto de mi historial médico, además de que el día de mi transformación, había estado rondando por mi casa. Al verla ahí, mirándome como si fuera el pavo antes de entrar al horno, tuve ganas de asesinarla, si antes estaba molesta, ahora lo estaba peor. Esa mujer había abandonado a una manada cariñosa por un mercenario demente.

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