Capítulo 11: Sentados junto al fuego

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- Será mejor que me vaya - Balbuceé.

- Crees que yo lo ataqué - Di un respingo, había sido muy obvia.

- ¿Es así? - Dije con un nudo en la garganta.

- No - Respondió profundamente - No tengo razón para haberlo hecho.

- ¿Me lo aseguras?

- Estuve consiguiendo ciertas cosas que a mi hermana se le antojaban. Si quieres, puedes preguntar a Marie.

Marie era la dueña de una tienda de dulces lejos del bosque, si acababa de volver, no había podido haber hecho algo como atacar a un vampiro, además de que ya podía confirmar que Peter no era uno de los suyos. Su temperatura no era fría, cómo la de un vampiro, y cuando fuimos atacados, no pareció tener ninguna tentación respecto a la sangre. Y si hubiera atacado a Lucas, ya estaría muerto.

- Lo lamento, asumí algo que no era - Miré al suelo - Perdona.

- Está bien. Entiendo que el chico ermitaño del bosque puede ser el primer sospechoso -

Reí a pesar de mi, lo bueno, era que él no parecía estar en verdad molesto por la acusación, él puso su mano en mi mejilla de pronto, me tensé por completo

- Te ves aún más linda cuando sonríes - Exclamó suavemente.

No pude hablar ni moverme, sólo pude sentir como la temperatura de mi rostro aumentaba considerablemente, él también pudo sentirlo, por que sonrió brevemente.

Sin previo aviso, él acercó su rostro al mío y me besó, al principio fue un suave toque, todo mi cuerpo latió en respuesta, apoyé mi peso en él y me tomó por la cintura, volviendo su beso más profundo y salvaje, no podía pensar en nada más que su beso, una corriente cálida me sacudió, mi corazón latía con mucha fuerza y no quería separarme de él nunca.

Peter rugió, jamás había escuchado algo así, pero era de cierto modo tierno, sonreí y él puso sus labios junto a los míos una vez más para luego separarse.

Aún me mantenía apoyada en él con una mano en la parte baja de mi espalda, pero sentí que Peter se tensaba y fruncía el ceño, lo que me dolió. Yo nunca había besado a nadie de esa manera, por lo que no se podía esperar que fuera experta en ello.

- ¿Sucede algo? - Pregunté esperando que dijera alguna excusa que calmara mi pecho doliente.

- No - Su mentira me atravesó el pecho.

- Lo lamento - Evité su mirada - No soy muy buena en este tipo de cosas.

Él no me respondió, en cambio, sonrió maliciosamente y volvió a besarme, aún más tiernamente que antes, nunca pensé que alguien pudiera parecer disfrutar tanto de un beso, y menos de mi, pero Peter no parecía querer apartarme.

- Tomaré eso cómo que estuve bien - Le dije con una sonrisa.

- Ni te imaginas cuanto.

No pude evitar reírme. Vi el deseo en sus ojos, nadie jamás me había mirado de esa manera, como si quisiera devorarme, me sentí desfallecer. Lo abracé con fuerza, no queriendo dejarlo ir nunca, no me importaba si no tenía ningún sentido, quería que se quedara conmigo. Él pasó sus brazos a mi alrededor delicadamente y casi que no podía respirar.

- Gracias - Le dije desde el fondo de mi corazón.

- ¿Por qué?

Reí, no podía dejar de hacerlo, además me sorprendía su incredulidad, ¿Acaso no veía su efecto en mi?

- Por hacerme sentir mejor, ya no tengo miedo - Admití sin temor.

- ¿Miedo de qué?

Decidí ser honesta con él. Pero las palabras que dije fueron diferentes a lo que había pensado, aunque no por eso no era verdaderas.

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