Capítulo 20: Demasiado tarde

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El cielo nocturno se ceñía sobre mi cabeza, las estrellas no brillaban; quise buscar guía en ellas, pero estaban escondidas junto a la luna, tras la cortina de nubes que anunciaban lluvia, tal vez vendría una tormenta, y eso... no me ayudaba en lo absoluto.

Había tomado una chaqueta y mi celular, para luego salir por la cocina. Iba a buscar a Peter, ya que al despertar vi que él no estaba, lo llamé mentalmente, pero no hubo respuesta.

Al salir por el patio, me lleve una sorpresa, había una chica allí. Era extraño, ya que sentía que me miraba fijamente, pero no pude ver bien su rostro hasta que me acerqué más. Era la Srta. Beckett, sólo que llevaba ropa formal en vez de esa ropa aburrida que llevaba cuando teníamos clase. De hecho, se veía mucho más joven de lo que yo pensaba, tal vez tendría unos veinticinco años como máximo.

- ¿Qué está haciendo aquí, señorita Beckett? - Le dije cuando estaba a unos cuantos pasos de distancia.
- No me llames así - Dijo exasperada - Odio ese nombre.
- ¿Entonces cómo debería llamarla? - Ella sonrió maléficamente.
- Puedes decirme Miranda - Quedé en shock. Por eso era que ella sabía de Lucas. Y había querido matarme. Tuve qué hacer acopio de toda mi valentía para permanecer tranquila.
- De acuerdo, Miranda. Te veré en clase - Le sonreí.
- Bien, niña, sólo quédate dentro de tu casa, no es seguro salir a estas horas - Encontré la amenaza en su voz, pero fingí no darle importancia, y volví a entrar a la casa.

Empecé a alarmarme, ella estaba ahí y Peter no, ¡Definitivamente algo no estaba para nada bien! ¿Qué tal si ellos volvieron para comenzar lo iniciado la noche anterior? Lo matarían. Tenía que hacer algo, y pronto.

Consciente de que Miranda podría escucharme si llamaba a alguien, escribí un mensaje de texto a Lucas, en el que le decía que la loba que lo atacó estaba en mi patio y que Peter no aparecía por ninguna parte, además de que había una posibilidad de encontrarlo si iba al bosque y buscaba a su hermana. Lucas me respondió con una afirmativa.

En cuestión de minutos, que se me hicieron eternos, Lucas entró sin hacer ningún ruido, y estaba a mi lado en la cocina, me miró con comprensión.
Era obvio que Miranda sabría que él estaba allí, pero no le había dado tiempo de llamar a alguien en cualquier caso.

- Iré a hablar con ella. Ven conmigo - Vi determinación en sus ojos, tomó mi mano y salimos de nuevo.
- Con qué llamaste a tu vampiro, ¿Acaso tienes miedo, niña? - Me dijo ella y la miré con todo el odio que le tenía. No podía dar a ver que estaba muerta de miedo por Peter.
- ¿Qué haces aquí? - Preguntó Lucas en un rugido.
- ¿Acaso no puedo salir a dar un paseo en la noche? - La Srta Beckett…. Miranda, se acercó peligrosamente.
- Quiere evitar que vayamos al bosque - Me dijo Lucas en un susurro - Tienes que irte.

De pronto, ella se encorvó y su cuerpo empezó a convulsionar de manera extraña, su ropa empezó a rasgarse, todas sus extremidades parecían crecer, su rostro cambiaba, al mismo tiempo su piel desaparecía, siendo escondida por una gran cantidad de pelo.

- Ten cuidado, Alice - Lucas apretó con fuerza mi mano una última vez antes de soltarla - ¡Corre!

Quedé perpleja unos segundos antes de iniciar a correr, Miranda, ya en su forma lobuna, iba a darme carrera, pero de reojo vi como Lucas se le lanzaba encima, derribándola.

Entré al bosque y me costaba saber por donde iba por lo oscuro que estaba, tenía que llegar a casa de Raquel. Y pronto.
Recordaba más o menos el camino, desde mi escondite tendría que ir al norte, por lo menos unos cien metros y luego al oeste unos trescientos metros.

Simple. Pero no encontraba el camino a mi escondite y cada minuto que perdía buscándolo, era perjudicial para Peter.

Cada vez tenía que correr más despacio, estaba demasiado cansada, mi visión se hacía borrosa, mi respiración era entrecortada y casi que podía escuchar mi pulso correr a la par conmigo. El cuerpo comenzó a dolerme de nuevo. ¡Ahora no! Pensé exasperada. Pero sabía que no podía detenerme, si lo hacía, no llegaría a tiempo detener lo que seguramente estaba por suceder.

Veía en toda dirección, había llegado a mi escondite, pero estaba muy mareada y todo se veía igual en cualquier dirección que mirara. ¿¡Donde demonios estaba el norte!? Miré al cielo y respiré hondo, recordaba que había un árbol que tenía una marca, en la dirección opuesta de este, era el norte.

Miré cada árbol con detenimiento, en busca de eso que me indicaría el camino, que me llevaría a la dirección correcta, pero todo estaba tan oscuro que probablemente estaría dando vueltas en un mismo lugar.

El miedo y el pánico que estaba sintiendo en ese instante no me dejaban pensar con claridad, traté de respirar un poco, ignorando el dolor que sentía en los brazos, y así poder tomar una decisión hacia donde dirigirme. Me dije que no era tiempo de llorar ni de tonterías, era importante que hiciera algo y rápido.

Pero un rugido entre las ramas me sobresaltó, no veía casi nada, pero podía decir que algo estaba allí y que no era amigable, parpadeé varias veces para encontrar lo que fuera que estuviese allí, sabía perfectamente que no era lo que estaba buscando, pero de cierto modo me intrigaba e intimidaba. Unos ojos brillantes sobresalieron de entre la oscuridad y de un momento a otro, escuché un rugido, pero no uno quedo, sino uno que resonó en mis oídos. No tuve que pensarlo dos veces para empezar a correr, ahora no era encontrar el problema en potencia, si no que era una carrera por mi vida. Después de un buen tiempo de correr miré a mi espalda y no vi a nada ni nadie.
¿Qué había sucedido con Lucas? Él podía estar herido en alguna parte y Miranda me estaba siguiendo.

Al volver a mirar al frente, no alcancé a reaccionar y tropecé con una rama levantada, luego, empecé a rodar cuesta abajo, al parecer me encontraba en una zona alta, sentía golpes por todas partes, seguramente de rocas y ramas, y todo lo que buscaba de donde agarrarme, se me resbalaba de las manos, podía sentir como las piedras y ramas me rasgaban la piel.

Al parar de caer y detenerme, lancé un grito que debió resonar en todo el bosque, sentía un dolor inimaginable en el costado, era como si miles de agujas se enterraran lentamente en mi cuerpo, nunca había creído que tanto dolor fuera posible, cerré los ojos con fuerza, conteniendo las lagrimas; no quería ver la herida, pero cuando la respiración se me fue cortando, supe que tenía que hacerlo.

Para no tener que verlo, empecé a palparme el vientre con las manos, entré más me acercaba al costado, más mojadas las sentía, estaba sangrando demasiado y empecé a temblar. Rodeé el pedazo de tronco que allí estaba, y con una mano intenté sacarlo, pero a pesar de que mi cabeza solo se concentraba en el dolor, recordé que en la clase de primeros auxilios nos dijeron que con una herida de ese tipo, era mejor dejar el objeto ahí, ya que en caso de sacarlo, podría rasgar algún órgano y provocar un sangrado interno.

No tenía más opción que esperar que alguien me encontrara, soltaba sollozos y gritaba por ayuda, también lloraba por que no había encontrado a Peter a tiempo. Trataba de verlo en mi mente, pero todo era borroso, sólo veía sus ojos azules.

Sabía que nadie me encontraría, el firmamento de estrellas, aún escondido, era el único testigo de mi dolor.

Traté de gritar todo lo que pude, pero no tenía rastro de voz, sabía que moriría. Ya no despertaría si cerraba los ojos, así que miré al cielo una última vez, esperando que todo acabara pronto, el dolor era demasiado y no podía soportarlo más, quería irme a encontrarme con mi padre y salir de allí, quería encontrar la paz que se encontraba al otro lado.

Escuché que algo se acercaba, pensé que era algún animal, así que pedí mentalmente que lo hiciera rápido y después de muerta,  aunque también sentía esperanza, esperanza de que alguien me hubiera encontrado. Sentí gran alivio cuando alguien me tomaba de la mano, quise preguntar quien era, pero mi visión era borrosa y no podía hablar, aunque esas manos eran tan frías que sólo podían ser de una persona.

Después de mantener la mirada fija, logré mirar a Lucas arrodillado a mi lado, hablaba, pero no entendía casi nada de lo que decía, tuve que juntar el poco esfuerzo que podía para concentrarme, pude ver mejor su rostro marcado por la desesperación y el miedo, si él hubiera podido, diría que estaba a punto de llorar. Después de mirarlo un rato pude escuchar lo que me decía.

- Déjame hacerlo Alice - Su voz era desgarradora - Por favor déjame hacerlo, por favor, te quiero, no puedo perderte.

No tardé nada en entender lo que me decía, las lagrimas siguieron recorriendo mis mejillas y muy a mi pesar, asentí con la cabeza antes de cerrar los ojos y sentir, primero que se mordía la muñeca y me hacía beber su sangre, luego sus colmillos se enterraron en mi cuello, y la poca sangre que aún estaba en mi cuerpo se convirtió en parte de Lucas; mis oídos dejaron de escuchar y mis ojos dejaron de ver, el dolor fue disminuyendo, la oscuridad me rodeaba.
"Demasiado tarde", pensé antes de dejarme ir.

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