Fresas & chocolate

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-Ryan...-empujo su brazo suavemente.

-Uhmm, sopa, si. Cinco minutos.- musita entre sueños. Rio. Es tan lindo.

-Ryan...¿podrías ir por helado?

-No, es para Steph... Yo ya comí.-sigue hablando en sueños. Quiero que siga durmiendo pero realmente tengo ganas de comer helado. Le doy un beso en la mejilla y mi cabello le pica, mueve la cabeza y se revuelve con el edredón hasta que se cae de la cama.

Parpadea desorientado.-¿Que pasa, nena?

Sonrío con lo que intento que sea una cara tierna.-¿Helado?

Bosteza y asiente.-¿Chocolate con fresas?

Asiento efusivamente.

Ryan ríe un poco y se empieza a poner sus jeans.

Es realmente sexy.

-¿Ves algo que te guste?-pregunta.

Me muerdo el labio y asiento.

-Siempre me gustas.-le respondo.

Sus ojos se oscurecen a un gris tormentoso y gime.-No digas cosas como esas ahora, nena.

Rio como tonta y alzo mi cabeza, dándole mis labios. Él capta mi orden y me besa suavemente.

-Ahora vuelvo.-dice al salir del dormitorio.

Enciendo la tele y busco una película.
Estoy entre "La decisión más difícil" y "cartas a Julieta".

Decido hacer mas zapping.

Mi dilema anterior queda totalmente olvidado cuando me topo con "Pearl Harbor", mi película favorita de todos los tiempos.
No importa cuantas veces la vea, siempre me hace llorar. Siempre.

Siempre le digo a todo el mundo que Dany no debía morir. Rafe debía.

Ryan se alarma cuando entra y me ve llorando, luego ve la pantalla y rueda los ojos cuando se da cuenta de que veo esta película por quinta vez en la semana.

-¿En serio, Steph?

Asiento y sorbo mis mocos.-En serio.

Se ríe con eso aunque a mi me apena un poco que me escuchara hacer eso.

Me entrega mi helado con una súper cucharota y dejo que se derrita el contenido suave y cremoso en mi boca.

Gimo y Ryan inhala bruscamente.

Últimamente nos hemos estado conteniendo mucho.

Teme dañar al bebé.

Ryan se encuentra a mi lado en un segundo y me besa ferozmente.
Respondo con la misma intensidad y jalo su playera para acercarlo más a mi.
Se coloca entre mis piernas pero no se apoya sobre mi, en cambio, sostiene todo su peso sobre sus brazos, flexionados de modo que pueda seguir besando mis labios.
Hace su camino hacia mi cuello, cuando encuentra mi pulso, muerde ligeramente y un estremecimiento me recorre completa.
Sigue besándome hacia el sur, encontrándose con mis nuevos y mejorados pechos. Si hay algo que disfruto del embarazo, sin duda son mis pechos.
Me besa largo y tendido y me tiene retorciéndome entre sus brazos, intentando tener mas contacto con el.
Continúa besando mi cuerpo y cuando se detiene en mi vientre, ahora redondeado y considerablemente más grande-dado que han pasado cuatro meses desde que le dimos la noticia a Noah y había pasado un mes antes de enterarnos-sonríe y deposita un beso increíblemente tierno alado de mi obligo. Coloca sus manos a cada lado de mi y traza un suave contorno con su nariz.
-Hola, amiguito. ¿Todo bien ahí adentro?-Susurra contra mi estómago-. No puedo esperar a que salgas de mamá, te voy a enseñar a jugar fútbol y a cocinar porque, mami no es muy buena que digamos en las artes culinarias, pero no le digas ¿de acuerdo?

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora