Atrapada

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Un cosquilleo en mi espalda me despierta. Me muevo para sacudir lo que sea que esta interrumpiendo mi sueño. Alguien se ríe. Mierda, ladrones. Tengo que llamar a la policía.

Una mano impide mi huída.

- ¿A dónde vas?-Ryan recorre mi mandíbula con su nariz. Me relajo en sus brazos.

- Eh, como que estaba desorientada e iba a llamar a la policía porque creí que eras un ladrón.

- ¿Un ladrón? ¿en serio? Yo me identificaría más como un pirata si en esas estamos.

- ¿Un pirata? ¿Por qué demonios te identificas con un pirata? -no sé qué pasa por su cabeza.

- Porque, Steph, los piratas roban cosas con estilo. Un ladrón es torpe y aburrido.

Rio. No puedo con su lógica.

- Y dime, ¿Qué has robado con estilo, Ryan? -bajo mi voz a un susurro.

- Tu corazón. -responde en el mismo tono y me da un beso en los labios. Sabe a menta, extraño para ser tan temprano en la mañana, lo que me recuerda que acabo de despertar y no me he cepillado los dientes. Me aparto.

- ¿Qué? -se queja.

- Esque no me he lavado los dientes. -corro al cuarto de baño que esta fuera de la habitación y encuentro un cepillo sin abrir. Lo tomo y me lavo los dientes y la cara. Me miro al espejo.
No me veo muy diferente.
No me siento mayor.
Sigo siendo yo a excepción de un brillo en mis ojos. Me sonrojo por saber que Ryan me espera desnudo en la otra habitación. Regreso a su cuarto y tomo impulso y me aviento a la cama. Caigo encima de Ryan que se le escapa el aire de los pulmones.

- Eres como un pequeño changuito. -dice por la forma en que estoy aferrada a él.

- Cállate y bésame. -exijo.

- Si señora.

Baja la cara hacia mí y cierro los ojos. El beso nunca llega. Los abro al escuchar una risita baja y veo a Ryan con una ceja levantada y una sonrisa satisfecha.
Ahora si busca mis labios pero volteo mi cara. Vuelve a intentarlo pero me vuelvo otra vez.
Su cara está enojada. Dos podemos jugar este juego. Rio y me aviento hacia su boca. Lo beso con ferocidad.

Sus manos van a mi cintura y me atrae hacia él. Cuando un estremecimiento recorre mi columna me doy cuenta de mi propia desnudes. Extrañamente no me avergüenzo. La forma en que me vio, toco y beso anoche no deja espacio para dudas y pena en mi cabeza.

Mi parte más suave está sobre su parte más dura. Justo sobre ella. Me balanceo un poco a lo largo de su eje.

- Dios, Steph. Serás mi destrucción. -toma un pecho en su mano y lo masajea suavemente. Su boca baja al otro y lo besa. Luego su lengua se arremolina en mi pezón y se ponen duros al instante. Lo muerde suavemente y yo gimo y meto mis manos entre las hebras de su cabello.

- Oh, Ryan.

- Estas tan mojada, bebé. -dice, después de bajar su mano a mi centro y recorrerlo. -tan suave.

- Ryan, por favor.

- Por favor ¿Qué? Dímelo.

- Te quiero adentro, ahora. -me pego aún más al gran bulto entre nosotros, solo por si no había captado la indirecta.

- ¿Quieres esto? -pasa su erección a lo largo de mi humedad. Gimo. -Dios, nena. Me vuelves loco. -inhala cuando se introduce suavemente.

- Si. Oh Dios, se siente incluso mejor que ayer. -el dolor se ha ido por completo y ahora se reduce a una pequeña sensación algo incomoda al principio pero logra encenderme de nuevo cuando toma mis pechos en su boca.

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora