Paz

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No se que hago aquí. Diablos no se que rayos hago aquí.
Ni siquiera llegué a pensar alguna vez que volvería a esta casa.
Tomo una respiración profunda y avanzo hacia la puerta.

No me da tiempo de golpear en ella, porque un muy sonriente Ryan ya la ha abierto.

-Hola, nena. ¿Me extrañaste?-. Ruedo los ojos y lo paso de frente.

-Claro, como no puedo vivir sin ti.
Digo con sarcasmo.

-Sabía que no eras inmune a mis encantos-. Dice cerrando la puerta.

Volteo para responderle pero mi réplica inteligente muere en mis labios cuando lo miro. Esta inclinado, muy cerca de mi, tanto que sólo tendría que dar un pequeño paso para que nuestros labios se tocaran. Sus ojos, grises como la tormenta, perforandome, paralizandome. Nos vamos acercando cada vez más y ya no falta casi nada para que nuestros labios se rocen. Contengo la respiración. Está tan cerca, tan...

-No me jodas.-Dice una voz enojada.

Es Mark, el hermano de Charlie, espabilandonos y haciendo que literalmente, demos un salto lejos del otro.
En otras circunstancias sería divertido de ver.

-Yo humm... ¿Está Charotte?-. Pregunto. Mis mejillas ardiendo.

-¿En realidad estás aquí para ver a Charlie?-. Pregunta Mark, enarcando una ceja y cruzandose de brazos.

Ryan, que hasta ahora había permanecido en silencio, pareciendo aturdido, cómo si hubiera despertado de un sueño avanza hacia Mark.

-Claro que ha venido a ver a Charlie-. Le da un golpe no tan suave en el hombro izquierdo.- idiota.

Éste, le frunce el ceño y se soba su brazo.- sólo digo que no se veía de esa manera. Como sea, Charlie está en su cuarto. Ya conoces el camino.

Asiento con la cabeza y avanzo hacia las escaleras lo más rápido posible.

No estuve a punto de besar a Ryan, no estuve a punto de engañar a Dean.
No importa cuanto me lo repita se que, de hecho, estuve a punto de besar a Ryan y apunto de engañar a Dean. Y maldición si no lo deseaba. No se que tipo de persona me hace haber querido eso pero ahora ya no importa porque Mark lo impidió y es más o menos un alivio.

Toco suavemente en la puerta de Charlie y luego me deslizo dentro.

-Hey-. Saludo.

-Hola. Tardaste demasiado.

Ruedo mis ojos y avanzo hasta el borde de su cama, donde está sentada con el portátil en las piernas.

-Me dijeron que tenías problemas así que lo hice en mi casa, mira.

Le entrego mi USB.

-En realidad estaba bien, era Ryan quien quería verte.

Mis mejillas arden y una sensación cálida inunda mi pecho.

-Oh, ¿en serio?-. Intento parecer desinteresada y fracaso olímpicamente. Espero que no lo note.

-Es obvio que tu también querías verlo, así que dije que sería más fácil si estuvieras aquí.

Lo notó.

-¿Porqué estas siendo linda conmigo?-. Pregunto en un intento de alejar la conversación de Ryan y todo esto entre nosotros.

-Porque tu no estas siendo una perra conmigo tampoco.- se encoge de hombros.

-Así que humm...¿tenemos una tregua mientras hagamos esto?
Ofrezco.

-Eh, si. Eso es casi correcto.

-¿Casi?

-Sip. Quiero que dejemos de ser las perras desquiciadas que somos la una con la otra y tratar de tolerarnos.

Wow. Esto casi hace que me caiga. Casi. Pero recuerdo lo que me dijo Ryan sobre aprovechar esto y arreglar nuestras diferencias, así que tratare.

-Este, sip. Puedo intentarlo.- el silencio que le sigue a nuestra más que torpe "reconciliación" es vergonzoso. Nos quedamos viéndonos la una a la otra y no se sí espera que corra a trenzarle el cabello y pintarle las uñas o que me vaya a mi casa.

-Bueno, eso era todo. ¿Te veo luego?-. Me despide. Así que era la segunda opción.

-Claro.- Me encojo de hombros y camino hacia la puerta.

Cuando llego a la planta baja veo a Ryan sentado en el sofá junto a Mark, viendo un partido de fútbol.
Ruedo los ojos, hombres.
Me quedo observando a Ryan un rato.
Tiene una belleza ruda y varonil, al igual que hermosa.
Observo la simetría de sus cejas, sus pómulos, su mentón fuerte y sobretodo sus labios. El superior es ligeramente más delgado que el inferior, con 2 pequeños aros de metal adornando cada esquina haciéndolo ver aún más sexy y peligroso. Me encantaría pasar horas mordisqueando esos labios.

De pronto, como si sintiera mi presencia, el voltea y nuestros ojos quedan trabados en los del otro.
Una sonrisa perezosa se forma en sus labios.

-¿Listo? -. Pregunta.

Asiento furiosamente con la cabeza y también sonrío.

-Te acompaño a tu casa.

Se para y le avienta el control remoto a Mark. Éste, lo mira con el ceño fruncido.

-¿Te vas? ¡Ya va lo bueno! Y prometiste que te quedarías a ayudarme.- le reclama Mark.

-Voy a Volver, nenita. Ya no llores.
Ryan se burla de Mark.

-Adiós.- le digo suavemente.

-Lo que sea.- Su respuesta hace que Ryan se tense.

-Vamos.- pone una mano en mi espalda baja y me guía a la salida.
Su contacto prácticamente quema hasta mis huesos.

No quites tu mano nunca de ahí Ryan.

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora