Capítulo 32

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Somin creía estar en un sueño eterno. O en otra dimensión que no le permitía salir de aquel lugar.

Continuaba estando entre las paredes de la habitación de Kim Lix, esa mujer ya tenía en su poder a ese hombre. No había visto la manera en cómo se habían metido a la cama para hacer... cosas que las prostitutas hacían con los clientes, solo con ver sus ropas tiradas al suelo y a las sabanas hechas bolillas era suficiente evidencia.

—Estos tres meses fueron muy buenos — decía la mujer abrazada al hombre.

—No creí que una mujer como tú fuera tan pasional para tenerme a sus pies— mencionó el hombre en un largo suspiro.

La mujer pareció ofenderse y se desvió la mirada al lado contrario cruzando los brazos formando en sus labios un puchero... fingido.

—Solo porque se sabe que soy una prostituta no debe tacharme de un ser interesado sin emociones— anunció con un remedo de actitudes fingidas — . Solo porque se trata del hombre más adinerado de la ciudad debería tener más consideraciones con las desafortunadas como yo. Usted no sabe cómo es la vida como nosotros nacidos en una cuna de lágrimas y dolor.

Somin había visto caras como la que hacia aquella mujer miles de veces en películas, series e incluso en la vida real, en la agencia donde muchas mujeres desesperadas estaban dispuestas a todo para ser modelos famosas como Jennie. Muchas utilizaban ese método para seducir al señor Shin, y estaba segura que esa era la causa de su divorcio.

—Oh, Lix, no te enfades — pronunció el hombre con una voz reconfortante para Lix. Había logrado su cometido como lo prometió —. No quise ofenderte. ¿Qué puedo hacer para que perdones mi mal comportamiento?

—Béseme, señor Kim, y dígame que me ama — dijo en una voz melosa dejándose abrazar por los brazos del hombre... o más bien, de la víctima. Pareciera que Minho acató su orden como si de una fuerza mágica se tratara, y ciertamente Somin detectó bajo su cama a la orilla de las sabanas un destello extraño. Un tan extraño destello que quiso acercarse al extraño llamado que profanaba.

Pero antes de que pudiera sacar deducción de lo visto la atmosfera se movió como rueda de la fortuna sacándola del escenario, el retrete de la habitación hacía eco con los múltiples tosidos y sonidos que la boca de Kim Lix soltaba. Por alguna causa le recordó a sus primeros meses de embarazo y ciertamente adivino que se trataba de tal suceso. Puesto que esta vez Kim Lix estaba tan pálida de los pies a la cabeza que no podía ser otra cosa. Segundos después llegó la muchacha vista anteriormente con una taza de porcelana con detalles semejantes al mármol en las manos.

—¿Te sientes mejor después del oloroso vomito que has echado por el orificio del retrete?— dijo extendiendo el té cuando la mayor limpio sus dientes con un poco de agua cerca del espejo.

Sensaciones peligrosas J.SODonde viven las historias. Descúbrelo ahora