El amor todo lo puede, el amor todo resuelve y es el arma para vencer cualquier cosa. Es lo que todos dicen ¿No?
Jeon Somin, una mujer responsable con cualidades buenas además de ser increíblemente bella tiene una vida tranquila acompañada de grandi...
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¿Qué es el amor? ¿Es fácil? No, no lo es. Puede ser difícil encontrarlo y muy fácil perderlo, un misterio para los seres vivientes y sobre todo para Somin, Jeon Somin. Una mujer audaz, inteligente, hermosa, educada y muy buen partido para cualquier hombre exitoso de la ciudad. Al menos eso es lo que siempre le decía su amiga Jiwoo en sus charlas de confianza.
—Jiwoo— gritó el nombre de la pelirrubia con rosa desde su escritorio — ¿Qué estás haciendo?
Somin tenía mucha paciencia guardada gracias a la pequeña Jiwoo; su muy atrabancada amiga fanática de hacer locuras extremas al menos una vez por semana. Muchas le resultaban sumamente graciosas; como en la ocasión que hicieron una pijamada en casa de Jiwoo y le pintaron bigotes a la prima de su amiga: Lisa Manoban, aunque claro que en ocasiones no muy seguidas ella pagaba las consecuencias de los actos de la chiquilla. No por nada muchas veces le llamaba "Omma" ya que Jiwoo carecía de madre y Somin la remplazaba en muchas formas, tanto emocionablemente como en cuidados ocasionales.
—Te advierto que si no bajas de ahí no te compartiré de mi pastel de chocolate pequeña diabla— advirtió Somin registrando unos datos por medio de las teclas de su ordenador.
—No estoy haciendo nada malo— gritó Jiwoo desde la habitación de su unnie.
—Espero que de nuevo no estés probándote mi ropa sin permiso—siguió dándole una ojeada a la puerta del alcoba sin poder echarle los dos ojos completamente.
— ¿Cuando he hecho eso? — preguntó su amiga con voz ofendida pausando un segundo sus palabras— No contestes ¿Está bien?
Somin rodó los ojos divertida cogiendo los documentos que estaban a un lado de la máquina para revisarlos. Somin era responsable si de trabajo se hablaba, era la asistente del director de la agencia de modelaje más importante de la ciudad. Tal vez sería solo una asistente por el momento pero confiaba en que la vida le daría un ascenso muy pronto, lo sospecha puesto que desde hace meses sus tareas se habían vuelto más pesadas de lo que una asistente puede cargar y además su jefe había confesado que le tenía confianza suficiente como para poder confiarle los secretos de la agencia. Eso no se le hacía saber a cualquier persona.
Esbozó una enorme sonrisa ante sus pensamientos cuando un estruendosos ruido provino de su habitación, justo donde estaba Jiwoo. Parecía que algo había caído, o más bien alguien que había pasado los anteriores dos minutos brincando en la cama quiso darle un abrazo al suelo aunque ¿Para qué sorprenderse? Estábamos hablando de Jiwoo a fin de cuentas. No espero otro segundo para ver qué sucedió, se levanto de su asiento y fue corriendo a su habitación donde la traviesa de su amiga ya hacia riéndose en el suelo en una posición delatadora indicando que se había caído, tomando en cuenta las sábanas arrugadas de su cama supo inmediatamente lo que hacía. La castaña chica cruzó sus brazos y miró regañadientes a Jiwoo.
—No hacía nada— sonrió inocente Jiwoo tendida en el suelo.
— ¿Nada normal para una mujer de tu edad? — se incorporó a ayudarla a levantarse — Si, lo sé.