Antonio se había levantado todas las mañanas desde que tenía memoria a las cinco de la mañana, si algún día no fue así no lo recuerda; incluso en aquel año en que se fue de intercambio a Alemania se había levantado a las cinco de la mañana (aunque nunca había sido tan fácil, ya que regularmente a esa hora comenzaba a salir el sol ahí), incluso su madre le había contado que cuando era bebé se levantaba a las cinco de la mañana ya que a esa hora comenzaba su rutina del día y como buena madre que era llevaba a su hijo a donde fuera que ella estuviera (incluso si eso significaba despertar a la criatura).
Bueno y ¿a quién le interesa la historia de las mañanas de Antonio? Si de lo que todos hablan de la oficina es de cómo estalló en gritos y el como siete personas se quedaron sin trabajo esa mañana; pues mira, ahorita te cuento pero no puedo evitar abogar por mi querido Antonio, aparte, si tu te despertaras a las cinco de la mañana por los últimos treinta y dos años también llegaría un punto en que estuvieras cansado y que ese cansancio te cobrará factura (o a otras siete personas, mejor dicho).
Todo empieza desde ocho meses atrás cuando la empresa en la que trabaja Don Amargado (Antonio) comenzó la planeación de un proyecto con otra empresa, algo sencillo, tal vez unos miles de millones (ya te imaginaras tú si en pesos o en dólares), pasaron ocho meses hasta que ambas empresas decidieron que era momento de hacer público el proyecto, y claro que no se iban a conformar con una publicación en Instagram y unos cuantos Twitts, tenían que hacer una señora fiesta, claro que sí, con billonarios y toda la cosa. Bueno, el mero mero del grupo Sivina dio la orden de que fuera Marco Antonio de que organizara dicha fiesta (desde ahí estamos mal porque el señor no está en esa área, estudió administración o algo así, pero para organizar fiestas me queda claro que no), aun así, como Antonio no le tiene miedo a nada y obviamente no iba a quedar mal, le dijo a su jefe:
—Claro que sí.
Él le echo ganas, hay que reconocerlo, a pesar de tener dinero él se echó el grupo al hombro y organizó la fiesta.
Bueno, para ya no hacer el cuento largo, hablamos que la fiesta era el sábado y ese día era jueves y resultaba ser que las invitaciones aun no se habían mandado. Y para el idiota que pregunte "ah, pero ¿a poco eso es tan malo?", pues sí imbécil, todo muy bonito pero sin invitados ¿qué clase de fiesta sería esa?.
—¿Quiénes te han confirmado? —le preguntó Antonio a su secretario esa mañana.
—Am, nadie señor.
—¿Cómo que nadie?
—Es que señor...
—¡¿Es que qué?!
—A-aún no se mandan las invitaciones.
No te cuento que gritó porque fue tanto que ni me acuerdo, y así fue como siete personas se quedaron sin empleo. La verdad estuvo intenso. Pero ese pequeño y gran error llevó a otra cosa, así es la ley de la vida: si no pasa una cosa, pasara otra que ni siquiera te imaginas.
Ese coraje llevó a Marco Antonio a abandonar las oficinas para ir a su carro y conducir sin destino, mientras murmuraba insultos que se le ocurrían. Manejo, manejo y anduvo manejando, manejo por mucho tiempo y, posiblemente por toda la ciudad, si no hubiera estado enojado la habría conocido toda.
—Maldita gente incompetente, me cago en la...
Cuando llegó al primer semáforo en rojo después de dejar de murmurar maldiciones se tomó la molestia de voltear por primera vez a su alrededor para ver en donde se encontraba.
—Ni modo. —se dijo al darse cuenta de que no conocía el lugar, en ese momento también tuvo una revelación: estaba cansado y tenía hambre. En la esquina había una escuela así que dio vuelta ahí y sin mayor sorpresa se encontró con un tianguis de comida pero sin comensales. Estacionó su coche al otro lado de la escuela y se acercó al primer puesto de comida, que eran unas quesadillas, ya las había comido con anterioridad, pero nunca en media calle, pero eso no le impidió pedir una quesadilla de chicharrón.
—¿Qué es aquí? —le preguntó a la señora que le despachaba.
—Universidad, señor.
Comenzó a comer de pie mientras miraba a su alrededor, había pocos estudiantes fuera, reviso su reloj inteligente, ya eran las once de la mañana, eso quería decir que oficialmente había roto su récord de estar enojado, ya no eran dos horas sino cuatro.
Y perdón que te lo cuente así, pero es que no hay otra forma de contarlo.
Antonio disfrutaba de su merienda cuando vio cómo un grupo de chicos salían de la escuela, cruzaban la calle y ellos se separaban mientras ella se quedaba en el puesto de a lado, hasta ese momento no se dio cuenta de que era de un chico que vendía helados. Entonces reparó en lo especial de este, no sólo era que estuviera a media calle —casi—, sino que sus sabores eran bastante gourmet: aguacate, mazapán, elote, de galleta, mango con chile y tequila; y sin darse cuenta se fue acercando poco a poco.
—¿A cuanto los helados?
—Veinticinco el chico, treinta dos bolas y cinco pesos más si lo quiere cubierto de chocolate, joven. ¿De cuál va a querer? —Antonio volteo a ver a la chica la cual ya tenía su helado.
—¿De qué es el tuyo? —le preguntó a la joven.
—De mazapán.
—¿Está bueno?
—Muy bueno —le sonrió—, es el mejor, se lo juro. Es más, si no le gusta le devuelvo su dinero.
—Conste que ella se lo devuelve, eh —hablo el chico.
—Está bien, deme un helado.
Antonio lo probó y no le gustó nada, pero cuando levantó la mirada y vio la cara de felicidad de la chica decidió que en ese momento no era el adecuado para hacer quejas, además ya llevaba toda la mañana haciendo corajes, ¿era tan importante el sabor de un helado para gastar más energía? Pues no, así que asintió y también sonrió. Iba a hablar pero un grito lo interrumpió.
—¡Renata! —la chica volteo, en la banqueta había aparecido el grupo de sus amigos quienes ahora cargaban unos refrescos y unas cajas de pizzas —¿Vas a querer o se lo echamos al perro?
—¡Ya voy! —grito de vuelta —Gracias, José —después se volteo a Antonio y le dijo: —Hasta luego.
Y se fue.
Ni señor.
Ni joven.
Sólo 'hasta luego'.
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XIV años lejos de ti
RomanceUn día Marco Antonio se escapa de sus problemas, sin saber que en el camino se encontrara uno nuevo. ¿Es el amor un problema o una oportunidad? Un día Renata sigue su rutina de los últimos seis meses, pero sin darse cuenta su vida comenzara a...