Antes de que fuera el cumpleaños de Renata, ella se comprometió a contarle a sus padres sobre Marco. Esto fue gracias a que siempre se repetía «es sólo mi amigo, no tiene nada de malo, no tengo porque estar ocultándolo» «no lo estás ocultando», decía otra voz en su cabeza, «es sólo mi amigo».
Poco a poco fue soltando cosas como que tenía un nuevo amigo, que Antonio era muy chistoso, que deberían conocerlo y blah, blah, blah. Pero un día se animó a contarle a Regina, fue un viernes mientras preparaban un pay de limón.
—Mamá.
—¿Sí?
—¿Te acuerdas de Marco?
—Es el amigo del que siempre nos hablas, ni que estuviera sorda, claro que me acuerdo.
—Es que, hay, hay algo que no les he dicho y...
—¿Te gusta?
—No, mamá, nada de eso.
—¿Entonces?
—Es que él es algo grande, de edad —se apuró a agregar, su mamá la miró con esas miradas intensas que tienen las madres pero las cuales no dicen mucho, dicen nada.
—Quiero creer que no es un viejo como tu abuelo, ¿cuántos años tiene?
—Treinta y dos —dijo en un susurro. Regina volvió a dedicarle una mirada intensa, provocando que aguantara la respiración.
—Bueno, no es como que pudiera ser tu padre; bueeeno, a menos que hubiera sido de esos mocosos calenturientos, pero no, no creo que pudiera ser tu padre. Que si hacemos cuentas cuando tú naciste ya había terminado la primaria, y la primaria dura mucho, a pues, estaría terminando la secundaria ¿no?
—Supongo que sí.
—Pues como haya sido, dudo mucho que lo hayas conocido estudiando, ya decía que mucho hablabas de él pero poco nos contabas, a ver, cuéntame ¿dónde lo conociste?
En eso llegó Jimena para ayudar también a hacer el pay, así que madre e hija escucharon la historia que tú sabes, les contó todo con lujo de detalle, Jimena estaba tan entretenida que ni siquiera interrumpió y eso que era bien preguntona.
—Se escucha que es buen muchacho —le dijo su madre cuando terminó de hablar —, ahora sí que había de ver ¿verdad?
—¿Por qué no lo invitas a tu cumple? —le preguntó Jimena, si bien era una niña, no era tonta, sabía que eso sólo echaría (aunque tal vez poca) leña al fuego.
—Ándale, ya quiero ver cómo lo recibe tu papá.
Entonces Reni se dio cuenta que estaba sola, era ella contra el monstruo. A ver, que la verdad es que Renata no veía a su padre precisamente como un "monstruo", la realidad era que el señor Andrade es una de las personas más honestas y nobles que conocía; y la más protectora también. Fue por eso que no le contó nada de Antonio antes de su fiesta de cumpleaños, lo más seguro era que si la iba a regañar lo hiciera en privado, nunca montaría un espectáculo enfrente nadie (que no fuera la pobre persona que lo hubiera hecho enojar).
Llegó el día esperado, sus padres le habían organizado una carne asada con su familia y amigos. Y lo mejor de todo fue que Antonio y Cristina fueron los primeros en llegar. Como te podrás imaginar, Cristina no pudo disimular muy bien su cara de desprecio, lo bueno fue que nadie le prestó particular atención.
—Hola, —dijo Antonio en cuanto Renata abrió la puerta, le sonrió y pasó —buenas tardes — en el patio el señor Andrade intentaba encender el asador, por lo que no le prestó mucha atención a los recién llegados.
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XIV años lejos de ti
RomanceUn día Marco Antonio se escapa de sus problemas, sin saber que en el camino se encontrara uno nuevo. ¿Es el amor un problema o una oportunidad? Un día Renata sigue su rutina de los últimos seis meses, pero sin darse cuenta su vida comenzara a...