Al despertar, lo primero que Renata sintió fue un dolor de cabeza, nunca le había dado resaca, pero también nunca había bebido tanto como lo había hecho la noche anterior; lo segundo fue que estaba acostada en un lugar muy cómodo, y sólo para confirmarlo abrió los ojos, estaba en el cuarto de Marco, volteo alrededor y no encontró rastro de Camila ni de Fátima; lo tercero que hizo fue buscar su celular, no estaba en los bolsillos de su falda, en la cama o en la cómoda de al lado, se iba a poner de pie cuando se encontró un cuerpo.
Marco estaba acostado en el piso al lado de la cama, y gracias al cielo respiraba. La realidad le llegó de sorpresa, a pesar de sus lagunas mentales, pudo ver un recuerdo borroso en donde se besaban. Se habían besado «Nos besamos», era borroso pero ahí estaba y no podía ignorarlo.
Se levantó y salió casi corriendo de la cama, en la sala estaban los muchachos, la ventada de la terraza seguía abierta, salió para ver si por ahí estaba su celular pero no, sólo estaba Cristián durmiendo profundamente; recorrió la cocina y sólo encontró la olla con los chilaquiles que Dante había preparado, su celular no estaba, fue a ver al mueble que estaba en la entrada, encontrándose con la puerta del baño de visitas abierta, echó una ojeada y se encontró con Fátima con media cabeza metida en el escusado (de ella no podría decir si respiraba o no) y a Camila recargada en la pared dormida.
Se acercó a Fátima y la despertó con la mayor delicadeza posible.
—Fati, venga, vamos al cuarto.
—Mis padres se van a enfadar —logró murmurar de camino a la habitación.
—Tú ya no vives con tu padres.
—Ah, sí es cierto, jijiji —ni siquiera Reni sabe cómo logró llevar a Fátima para que se durmiera un rato en el cuarto, pero lo hizo, una vez que la dejó durmiendo fue por Camila, ella sólo le preguntó qué hora era.
—Las ocho —le dijo realmente sin saber, cuando volvió a salir fue una vez más en busca de su celular, se rindió al cabo de un rato, fue a la nevera a buscar algo de comer y sorpresa, sorpresa, ahí estaba el bolso de Camila y adentro su celular.
Antes de revisar la hora siquiera, sacó un yogurt y comenzó a comérselo sin cuchara. Se recargo en la mesa del centro y desbloqueo la pantalla. Doce llamadas perdidas de Regina y tres de Guillermo; no significaba nada bueno pero decidió que aplazarlo no disminuiría el regaño, al contrario, lo haría peor. Llamó al teléfono de la casa. Cuando descolgaron se hizo un silencio, uno muy largo.
—Jimena, pásame a mamá.
—¿Quién habla?
—Reni.
—Ah ¿Estás segura que quieres hablar con ella? Hoy se levantó muy molesta.
—Sí, pásamela-bueno, no, mejor si a mamá. No-sí, pásame a papá.
—Te paso a mamá.
—¡Reneta Andrade Egea! —Reni cerró los ojos, la cabeza le comenzó a doler más —¡Una cosa te pedí, sólo una cosa! ¡Te dije que me hablaras cuando vinieras a casa o si ibas a ir a casa de Camila! ¡Sólo tenías que llamarme! ¡Tienes el maldito teléfono pegado a las manos y no pudiste llamarme! —así siguió y siguió gritando, a Reni le dio tiempo de ponerlo boca abajo, ir al baño y regresar para seguir escuchando más regaños.
»Bueno, ¿y dónde andas? ¿A qué hora llegas?
—Todos nos quedamos en casa de Marco.
—Pobre muchacho, lo que tiene que aguantar.
—No es una blanca paloma, ma.
—Ah, pero si se ve bien tranquilo, se me hace que ustedes lo sonsacan.
ESTÁS LEYENDO
XIV años lejos de ti
RomanceUn día Marco Antonio se escapa de sus problemas, sin saber que en el camino se encontrara uno nuevo. ¿Es el amor un problema o una oportunidad? Un día Renata sigue su rutina de los últimos seis meses, pero sin darse cuenta su vida comenzara a...