XXII. El depa

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Después del viaje a Coachella, Fátima, Dante y Antonio tuvieron que hacer más viajes, pero esta vez por la empresa; a todos invitaron a Adrián y a Renata, pero ellos tenían cosas que hacer, a parte de que a ninguno les dieron permiso en ninguna de esas veces.

Aunque, la verdad es que Renata lo agradecía enormemente, aún tenía cosas que aclarar, y es que después de ese fin de semana tan intenso que había vivido con Antonio ahora lo que tenía era remordimiento, y de eso se dio cuenta cuando Camila se lo dijo.

—A ti te pasa algo.

—Nada.

—Eres una pésima mentirosa. Estás así desde que regresaste de Coachella, y ahora que Antonio se fue te ves —intentó buscar una palabra menos tosca, pero no la encontró —peor.

—La verdad, me siento mal —reconoció.

Le contó que sentía que había engañado a Miguel, que estaba engañándolo.

—Es que... ¡Nunca terminamos! Eso nos sigue haciendo novios ¿no?

Pero había algo que la hacía sentir aún peor.

—¡Y lo peor es que me gusta estar con Marco! Quiero estar con Marco... y me molesta esto que me hace sentir como una traidora.

—Escucha, y presta atención porque sólo te lo voy a decir una vez: no conocí a Miguel, pero estoy segura que si él te está mirando siente un montón de cosas, porque así somos las almas libres; siente tristeza porque te dejó sin despedirse, se siente enojado por ver que alguien tiene la suerte de poder seguir viviendo con tu compañía, y ¡se siente feliz! ¿Y sabes por qué se siente feliz a pesar de que también se siente triste y enojado? ¡Porque te ama! Y le hace feliz verte feliz; está feliz porque ya no estás triste por su muerte, está feliz porque ya encontraste a alguien que te ama como muy seguramente te amo y está feliz porque estás volviendo a amar.

»¿De verdad crees que a él le gustaría verte ahí parada dejando que la vida pase sin volver a sentir esa intensidad que es el amor? Y si así lo quisiera, dime ¿valdría la pena guardarle fidelidad a alguien así?

—Él quisiera verme feliz —murmuró casi para sí.

—Entonces hazlo feliz y se feliz tú.

Quiso decirle que no era tan fácil, pero sólo se puso a llorar. Camila le secó cada lágrima.

.

Los viajes duraron casi el semestre entero. Renata sólo vio a Marco una semana de cada mes, aunque en abril se vieron dos por semana santa, ni siquiera su cumpleaños coincidió con una de las semanas en las que Marco regresaba, pero él se lo compensó después. Disfrutaba y aprovechaba los días que tenía con él, pero cuando se iba era cuando más recordaba a Miguel, aunque después de hablar con Camila se sentía mejor no había dejado del todo de pensar en él.

Miguel, su primer amor.

«Pero él ya no está» pensaba antes de ponerse a llorar.

Todo eso terminó cuando Antonio regresó, porque con él lo único que podía pensar era en lo feliz que era en ese momento, y a veces se volaba haciendo planes a futuro, a pesar de que ya había aprendido a la mala que el mañana era muy incierto.

—Hay que ir a ver Dunkerque.

—¿Cuándo sale?

—En un mes, más o menos ¿sí vamos?

—Pero ¿realmente quieres ver la película? —le preguntaba Marco, haciendo que torciera los ojos.

A veces se volaba hasta años después, pero esos planes nunca los dijo en voz alta, como que cuando se graduara podrían comenzar a vivir juntos, a veces se veía con un vestido blanco en un lugar super hermoso rodeados de sus amigos y familia mientras se juraban amor eterno, pero cuando comenzaba a pensar tan lejos se obligaba a parar y volver a la realidad.

XIV años lejos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora