XX. Presentaciones y calma

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Lo primero que hicieron "fuera de rutina" fue organizar una comida con la familia de Renata para presentarlo de una forma "oficial", aunque ya todos sabían (incluso Guillermo) que ambos terminarían juntos; aun así Renata tuvo que enfrentar su miedo y decirle.

—Papá.

—Mm —le dijo con la mirada fija en la pantalla de su computadora.

—Am, ¿crees que podamos hacer una comida para que conozcan a mi novio?

—¿Cómo que tienes novio? —se volteó a mirarla —¿Y quién es ese cabrón?

—Es Marco —Guillermo torció los ojos y volvió a ver su pantalla.

—Ah, qué sorpresa —fue lo que dijo; la verdad era que Reni no daba crédito.

—Entonces ¿la comida si se hace?

—Ya sabes que él es bienvenido siempre. Sí, la comida cuando quieras.

Era un sábado once de marzo. Después de un calor insoportable durante toda la semana, ese día estuvo brisando, haciendo el clima mucho más templado pero provocando que la carne asada se cancelara.

—Pues nadie se va a morir por comer hamburguesas hechas en sartén.

Y te adelanto que así fue, nadie murió. Mínimo no por comer hamburguesas hechas en sartén.

Antonio llegó con un pastel para el postre, dulces para Jimena y un ramo de flores de camelias, geranios y jacintos; no te sorprendas, pero Renata ni siquiera sabía sus nombres, pero sabía que:

—Son preciosas —le dijo Renata cuando las vio.

—No tanto como tú —le respondió Antonio con una sonrisa.

Toda la comida fue de hablar, reírse y comer. Marco y Renata se veían felices, haciendo que Regina estuviera feliz, haciendo que Guillermo estuviera feliz (aunque no lo reconociera), y Jimena estaba feliz también, pero porque Antonio le había llevado tres bolsas de gomitas. Hablaron de un montón de cosas, y fue hasta que terminaron el postre que el señor Andrade tocó el tema.

—Estoy muy feliz por ti hija, sabes que tu felicidad es la mía y no hace falta más que ver tus ojos para saber que lo eres. Antonio, yo no dejaría que cualquier pendejo anduviera con mi hija, pero desde que te conocí te vi cara de todo menos de pendejo, y si haces feliz a mi hija ¿Qué puedo hacer yo?

»Aunque eso sí, nada más me la haces llorar o le pones una mano encima y veras como las cosas cambian. Estoy muy feliz por ustedes, la verdad.

—¡Por los novios! —dijo Jimena alzando su vaso con refresco, eso hizo que todos en la mesa sonrieran.

—¡Por los novios!

—Por nosotros —murmuró Antonio mientras veía a Renata.

.

Pero llegó lo mejor, la verdad es que Marco no tenía ninguna intención de presentar a Renata a su familia, no porque no quisiera (aunque no quería). Digamos que él sabía que ella era mucho para su familia, y también sabía que su familia se sentía demasiado para cualquiera, entonces las cosas eran complicadas.

En la reunión familiar de ese mes, ellos ya eran novios pero no lo habían dicho, bueno, sólo a Ángel.

—¿Qué haces, hijo? —le preguntó su abuela cuando lo encontró sólo en la cocina.

—Am, vine por un poco de helado.

—Ya, supongo que es para tu novia. No hace falta que digas algo, me estaré quedando ciega pero hay cosas que no sólo se ven.

XIV años lejos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora