XXIII. Mar

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—¿Qué se siente estar en quinto semestre?

—Lo mismo que los cuatro anteriores.

—No seas así, seguro que en el primero estabas nerviosa o emocionada. Ahora ya vas por la mitad.

Marco había llevado a Renata al primer restaurante al que habían ido juntos (ahora ya tenían Boing), era para celebrar su primer día de clases, aunque esa era sólo una excusa.

—Eres hermosa —le dijo mientras la veía, Reni no pudo evitar sonrojarse y soltar una sonrisa nerviosa.

—¿Qué quieres?

—¿No puedo decirte que eres hermosa?

—Lo que no puedes es mentir, ya habíamos quedado en eso.

—No miento. Eres hermosa.

—Eso ya lo sé, pero también sé que quieres algo.

—Que nunca me dejes, pero no me siento con el derecho de pedírtelo.

—¿Por qué no?

—Porque si te quedas conmigo quiero que sea porque así lo quieres.

Renata cambió de tema, porque lo que realmente quería decir era muy personal. «Siempre, siempre te escogería».

Estar con Marco significaba compartir sonrisas, secretos, besos, pláticas, caricias, comidas, temores... y a lo que Renata más le temía era que la vida le volviera a quitar a quien amaba, porque de lo que ella estaba segura en ese momento es que nunca dejaría a Marco, pero ¿él podría dejarla?

.

Renata y Antonio volvieron al restaurante cuando el semestre terminó, sólo que esta vez con sus amigos y con una boleta que decía que Reni tenía un promedio de excelencia. Para ellos esa era razón suficiente para celebrar, y creo que es lo que hacen los amigos: de cada logro, por muy grande o pequeño que sea, siempre se hace fiesta, porque siempre se tienen que celebrar los logros de nuestros amigos como nuestros.

Bebieron cerveza, comieron tacos y se rieron de las tonterías que soltaba Cristián mientras de fondo se escuchaban canciones como Swalla, Thunder y Slow Hands, las mismas que habían escuchado en la radio todo el año.

Como ya te había dicho, el alcohol nos hace o más tontos o más valientes. Llegó la hora de pagar e irse, pero Antonio no tenía ganas de regresar a su departamento, en general, no tenía ganas de regresar, quería irse, irse lejos de la mano de Renata.

—¿Y si nos vamos lejos? —le pregunto antes de que se subieran al coche, aún tenían las manos entrelazadas. Renata le sonrió, llevaban casi dos años conociéndose, y sólo con verle la mirada supo que una locura cruzaba por su mente.

—¿Muy lejos?

Ambos se subieron al auto, Marco manejó hasta el aeropuerto, Renata puso la música, pero eso solo significaba que le diera repeat a Woman de Harry Styles, y que cantara a todo pulmón.

Cuando llegaron estuvieron apunto de comprar el primer vuelo que estuviera por salir, pero después Renata le dijo que mejor el que estuviera apunto de salir y que no durará más de dos horas.

Se fueron a Acapulco.

Una hora y veinte minutos duró el vuelo, tiempo suficiente para mandar algún mensaje a todos y decirles que se habían ido lejos —aunque no tan lejos —, pero en lugar de eso estuvieron muy ocupados pidiendo comida y hablando de cosas de las que ya habían hablado antes pero que ahora parecían más interesantes.

XIV años lejos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora