La primera semana Antonio se la pasó mal, realmente no supo nada de Renata aunque no estaba seguro si hubiera preferido saber.
Lo que más le dolía no era el haberla perdido, sino el saber que él había sido quien la había lastimado para poder alejarla; había podido ver en su mirada el corazón roto que estaba cargando en el pecho. Le lastimaba recordar lo que ella le había dicho aunque quizá odiaba más saber que la conocía tan bien que sabía que esas palabras eran sinceras.
Renata lo hubiera perdonado si en ese momento le hubiera sido honesto, si tan sólo le hubiera confesado toda la verdad, pero ya era demasiado tarde y ella ahora lo quería fuera de su vida. Aunque le terminara contando la verdad Renata ya no sería capaz de perdonarlo.
De arriba de su cama ahora colgaba el atrapasueños que había comprado en su primer viaje juntos, ya que no dejaba de soñar que a su lado dormía Reni, sueños tan reales que al despertarse dolían; y si no soñaba con ella, tenía pesadillas en donde estaba perdido o corría en pasillos sin fin esperando encontrarla al final.
No, no se la pasó bien después de que Renata cruzara la puerta.
Después de esa primera semana sin ella fue que habló con Cristina y luego con Cesar, ambos estaban felices, menos él. Si había escogido a Cristina para que fuera su prometida era por dos razones, la primera, que ella no le diría que no; la segunda, nadie dudaría que su amor era genuino, así como no lo dudo Renata.
Fátima y Dante intentaban aparentar que estaban felices por él, ellos igual sabían que a pesar de todo el amor que Antonio sentía por Renata no sería suficiente para que ella lo perdonara.
Después del primer mes decidió ir al departamento de los chicos, sabía que muchas cosas podían salir mal, pero nunca imaginó lo que se terminaría encontrando.
—Antonio —le dijo Camila cuando lo vio entrar, parecía que veía un fantasma, no se habían visto desde la boda de Dante y Adrián —¿Qué haces aquí?
—Am, Dante quería venir por algo para Adrián —en ese tiempo ellos dos ya vivían juntos como el matrimonio que eran —, pero le dije que podía venir yo ¿puedo pasar?
—En serio ¿por qué viniste? —pero Marco no pudo responder, el miedo le ganaba, Camila lo entendió —Tienes suerte de que los chicos no estén, pasa, yo me quedaré aquí en la cocina.
Antonio le agradeció, antes de ir a la antigua habitación de Adrián, primero fue a la de Camila y Renata, llamó a la puerta pero no obtuvo respuesta, entró y se encontró con la cama de abajo hecha, casi intacta. Sólo tuvo que acercarse un poco para darse cuenta que encima de la almohada había algo.
Eran cosas de Renata, los aretes que le había regalado, su pulsera de pandora con todos los charms y fotografías impresas de ellos dos. Se quedó parado lo que le parecieron horas.
Le dieron ganas de llorar, lo había dejado todo, todo lo que él le había dado; sabía que si abría uno de los armarios se encontraría con la ropa que él le había comprado.
Cuando salió se dirigió a la cocina, Camila le dedicó una mirada de lamento.
—¿Se fue? —ella asintió —¿Cuándo se fue? ¿Por qué se fue? ¿Por qué los dejaría?
—No quería estar en un lugar que le recordara a ti. Creí que se había llevado todo, pero cuando me puse a ordenar me fui encontrando con cosas, no creo que se le hayan olvidado. No quise tirarlas, si ella no lo hizo fue por algo, por eso las deje en la cama.
—Nunca va a perdonarme.
—Antonio, le rompiste el corazón.
Y él lo sabía, pero muy en el fondo había esperado que aún pudiera arreglarlo.
.
Su boda sería el próximo verano, el primero de agosto.
Todavía no se cumplía un año de haberse separado, pero aun así tomó la decisión de irla a buscar, no podía casarse sin antes hablar con ella, sin mínimo decirle la verdad aunque ella siguiera decidiendo mantenerlo lejos.
Llegó a la casa de los Andrade Egea y quién le abrió la puerta fue Regina, lo miró con asombro y eso también lo sorprendió a él.
—Antonio ¿qué haces aquí?
—Vine a buscar a Renata, supe que ya no vive con Enrique y los otros.
—¿Dante no te lo dijo? —en ese momento sintió que el alma le caía a los pies.
—¿Decirme qué? —Regina pensó en lo que estaba apunto de decir.
—Renata se fue, sólo vino a quedarse el último semestre con nosotros pero ella ya está por su cuenta.
—Pero ella me había dicho que haría once semestres.
—Bueno, tú le dijiste otras cosas y ahora te vas a casar con otra —tomó un suspiro —. Mira, Antonio, a mí poco me importa lo que haya pasado entre tú y mi hija, pero Renata si me importa, y si de algo estoy segura es que si no te ha dicho en donde está es por algo.
Esa misma tarde fue a buscarla en el último lugar en que estaba seguro que podría encontrarla.
.
Le hice caso, la busqué en el mar, pero lo único que encontré fueron huracanes y todos con su nombre.
El huracán Renata. El más grande de mi vida, el primero que construyó todo al llegar y lo destruyó cuando se fue, el único.
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XIV años lejos de ti
RomanceUn día Marco Antonio se escapa de sus problemas, sin saber que en el camino se encontrara uno nuevo. ¿Es el amor un problema o una oportunidad? Un día Renata sigue su rutina de los últimos seis meses, pero sin darse cuenta su vida comenzara a...