XXVI. Torneo

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Fue el inicio de año más difícil, más que nada porque "el inicio" fueron los cinco primeros meses. Y sí, eso los distanció, pero no fue un problema ya que lo hablaron.

—Tengo que estar más tiempo en la empresa —le había dicho Marco en una de sus llamadas tempranas cuando Renata le decía que se podía pasar por su departamento.

—Está bien, entonces te llamó en la noche, te amo—le decía Renata.

—Tengo que quedarme más tiempo para el entrenamiento y después tengo que hacer tarea—le había dicho Renata cuando Antonio la llamó para decirle que ese día podían ir al parque.

—Está bien, te amo —le decía Marco.

Después sus sábados también se vieron afectados cuando Antonio comenzó a ir a cenar con Cesar y otros empresarios. Aún no daban la noticia de que él sería el heredero de todo el imperio, pero su abuelo ya había comenzado dejar correr la noticia entre la gente importante.

Tal vez pienses que parte de ese asunto se hubiera podido arreglar si Marco hubiera invitado a Renata, el caso fue que nunca lo hizo. Cesar se lo había dejado muy claro.

—Renata es una mujer increíble, no me mal entiendas, pero estas reuniones son muy formales, no estoy seguro de que le gusten, aparte, sólo son para hablar de negocios, muy formal y aburrido para ella. —le había dicho la primera vez que Antonio le había dicho que Renata se pondría muy feliz de poder usar ese vestido blanco que tanto le gustaba pero que decía era muy elegante para ponérselo.

»Aunque, si fuera tu esposa (o mínimo tu prometida) la podrías traer. Los hombres somos más fuertes cuando tenemos una familia.

Y cada día Marco se convencía de que le gustaría tener una familia con Renata, pero ella era demasiado joven y aún le faltaban vivir muchísimas cosas; la amaba tanto que no estaba dispuesto a atarla a él sólo por lo que él quería. Aunque ¿Qué era lo que Renata quería? Quizá el error de Antonio estuvo en no preguntarle.

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En esos cinco meses la rivalidad entre Luis y Renata creció, y más porque cada partido que ella jugaba lo ganaba, entonces él se preguntaba ¿Cómo podía haber una mujer tan talentosa e inteligente? Porque a pesar de todo, Renata nunca dejó de tener uno de los mejores promedios.

Y como en casi toda historia, la envidia de Luis se transformó en admiración.

—¿Qué pasó Andrade? —le saludaba siempre que se cruzaban.

—Escuche qué juegas hoy, mucha suerte —le dijo una mañana de marzo, Renata le sonrió y le contestó:

—No necesito suerte.

—Me queda claro que no —le guiño un ojo y después se fue a su mesa.

Los primeros en darse cuenta fueron Enrique y Cristián, pero decidieron no decirle a nadie, no había necesidad ¿o sí?

Luis también comenzó a asistir a los partidos, intentaba que no se notara de que equipo estaba, aunque tampoco era que al Hell Team necesitará de ánimos.

Hubo un partido en abril que fue en la noche, fue el primero y el único en el que no fueron los chicos, yo creo que por eso Luis no dejó pasar ese golpe de suerte.

—Estuviste fabulosa —le dijo una vez que terminó el partido, Renata le dedico una mirada que decía "¿a qué estás jugando?", pero Luis no dejo de tener su expresión de tonto.

—Gracias, siempre trato de dar lo mejor.

—Eso he notado ¿tienes hambre?

—Algo... —dijo sin pensar.

XIV años lejos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora