Epílogo: 7 años después

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Epílogo: 7 años después

Pov Sean:

Le sonreí de nuevo a una de las camareras con la intención de que me ofreciera una copa de champán. Sin embargo, ella rodó los ojos y continuó con su camino negándose a ofrecerme nada hasta que empezara la ceremonia

Suspiré.

Que coñazo es esto de ir de boda.

Le supliqué a Érica para que nos quedáramos en casa, pero ella había rodado los ojos y me había amenazado con que si no iba me quedaría a dos velas durante dos meses. Por lo que corrí a ponerme el esmoquin.

Y la peor parte es que mi novia se empeñó en ir temprano para cumplir con sus deberes, lo que me dejaba solo sentado en una de las muchas sillas.

Para rematar mi sufrimiento no había cobertura, porque se había decidido celebrar una ceremonia al aire libre en medio del bosque con arcos de flores, árboles decorados, y sillas con lazos. Muy bonito todo, pero que a mí no me gustaba porque no había internet.

Menos mal que yo no pensaba casarme.

Érica y yo lo habíamos hablado y arrejuntados estábamos muy bien. A ninguno nos iba eso de poner nuestros nombres juntos en un papel para demostrar que nos queríamos. Teníamos una casa con el nombre de ambos, un cuenta conjunta... y esas cosas que sí que te hacían ver como una pareja.

Pero oye, cada uno elige lo que quiere. Y yo me sé de un par de personas que les hace ilusión casarse.

Justo en ese instante sentí que unas manos se apoyaban en mis hombros e iban hacia mi corbata, en lugar de hacer un viaje sexy hacia mi pecho se detuvieron ahí para apretármela. Lo que me dio una idea de quien se trataba.

Al girarme encontré a mi novia con el ceño fruncido.

-Si no te estoy vigilando dejas de comportarte- se quejó.

Una enorme sonrisa apareció en mi cara.

-Pero si estoy aquí solito, ¿cómo no puedo comportarme?- miré por el rabillo del ojo a la camarera y juré venganza.

-Las camareras han entrado diciendo que hay una persona que las está molestado, y lo que menos necesitamos es a la novia todavía más nerviosa- se cruzó de brazos.

Hice un puchero.

-Pero necesito un poco de champán, no voy a poder con el aburrimiento.

-Date un paseo, pero no coquetees con las camareras.

-Amor, tú sabes que solo te quiero a ti- le guiñé un ojo- no hace falta que te pongas celosa por esas cosas, es simple instinto de supervivencia.

Érica rodó los ojos.

-Estoy más molesta porque me ha tocado venir a regañarte, que porque lo hayas hecho- suspiró- porque sé que no vas a querer a nadie como a mí.

Esa era mi chica, con el ego por las nubes.

Me acerqué a ella y la estreché con cuidado contra mí, le di un suave beso en la mejilla y luego fui a su boca.

-Está preciosa hoy- le dije con una enorme sonrisa.

Llevaba su pelo rubio suelto, cayéndole como una cascada por los hombros e iba acompañado con un maquillaje sencillo que resaltaba sus finos rasgos. Llevaba puesto un vestido color salmón hasta las rodillas junto a unos tacones blancos.

Esta mañana me había quedado embobado mirándola prepararse, no pude decirle nada porque cuando me percaté ya estábamos en el coche.

Ella hizo una pequeña mueca.

Y de repente... túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora