Capítulo 11: "Son mis amigos"

614 58 3
                                    


Capítulo 11: "Son mis amigos"

Abrí la boca con intención de protestar porque me había lanzado sin ninguna consideración y me había golpeado la espalda, sin embargo, Érica me tapó la boca y me hizo un gesto de silencio con el dedo.

En ese momento oí como los hombres comenzaban a gritar, se detuvieron enfrente del trastero y finalmente decidieron continuar la marcha.

Érica suspiró y me sacó la mano de la boca.

Peligro esquivado.

-Ay, me dolió- me quejé masajeándome el costado- podías haber sido un poco más suave.

Ella rodó los ojos.

-La próxima vez te dejaré en el bar para que te peguen una paliza- bufó mientras se levantaba e iba a abrir la puerta.

Me sonrojé levemente.

La verdad es que estaba siendo un poco desagradecido, me había salvado en el bar cuando supuestamente nos odiábamos. Ninguno de mis amigos por el contrario se había preocupado de mí.

Tenía que tener una severa charla con mi hermano y mi mejor amiga.

-Perdona- murmuré avergonzado- tienes razón. Gracias por salvarme.

Érica asintió antes de tirar del pomo, sin embargo, la puerta permaneció cerrada. A continuación lo intentó con más fuerza obteniendo el mismo resultado, lo que hizo que frunciera el ceño.

-No se abre- masculló.

Me levanté yo para hacer el intento, pero la puerta estaba demasiado dura y no se movió ni un milímetro.

-No se abre- repetí.

-Yo ya lo había dicho- bufó algo molesta- estamos atrapados aquí dentro.

Lo que me faltaba. ¿Podía ser peor?

-Avisaré a Nathaniel- indiqué- para que venga y tumbe la puerta con su cabezota.

Al parecer esta noche la suerte no estaba de mi parte porque cuando cogí el móvil para desbloquearlo se apagó repentinamente sin batería.

Érica por su parte sí que lo tenía encendido, aunque en su caso ni Aarón ni Olivia le cogieron el teléfono por lo que supuse que todavía seguirían huyendo de los tipos del bar. Así que no le quedó más remedio que dejarle un mensaje a ambos con la ubicación para que vinieran a ayudarnos.

Suspiró.

-El día no puede ir a peor- murmuró sentándose apoyada en la pared- debí de haberme negado a venir como quería.

-¿Tan terrible es quedarte encerrado conmigo?- inquirí- cuando estuvimos solos en tu apartamento no oí como te quejabas mientas te sacaba la ropa.

-Son cosas distintas- se limitó a decir.

-Claro que sí- mascullé- entonces lo mejor será que cada uno se quede en su esquina.

Interpreté su silencio como que estaba de acuerdo.

Estuve un rato mirando a las musarañas mientras pensaba en todas las cosas que podría estar haciendo ahora mismo como ligar con la camarera o atosigar a Emily para que me diera el número de su amiga. Ahora me estaba arrepintiendo de mis palabras, al menos mientras discutía con ella estaba entretenido.

La miré de reojo.

Ella se encontraba apoyada en la pared mientras miraba fijamente algo en el fondo de trastero.

Y de repente... túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora