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Ella era fuerte pero nunca, nunca dejó de ser humana.

Livana.

Estando ahí, en frente de... nadie en particular, miré mi reflejo en el espejo y por un segundo no pude sonreír.

Era hermosa.

Un distintivo cabello café con puntas violáceas, su corte era cuadrado.

Esos labios poco carnosos pero rosados, se curvaron hacia abajo mientras me admiraba.

Los ojos verdes, envidiados por mucha gente, recorrían aquel esbelto cuerpo, esos ojos... ¿para que mentir? Lucían cansados y abrumados.

Entonces una duda asaltó mi mente.

¿Realmente era esa chica hermosa, indiferente, popular, consentida, y un poquito caprichosa?

Sí, lo era... y me había costado tiempo crearla, así que... ¿por qué ahora lo dudaba?

Cerré mis ojos un momento y disipé todos los pensamientos.

Joder, ¿cuándo me volví tan analítica?

Maldito Mateo.

¡Salgan de mi mente tú y tus estúpidos consejos de tutor!

Vuelvo a observar el vestido negro de mangas largas y pronunciando escote.

—¡BARBIE!

—¿¡QUÉ!?— replico. La puerta se abre y veo a Nico.

Mi mejor amigo es extremadamente guapo, eso lo ayuda muchísimo con las chicas. Lo escaneo completamente.

—¿Y?— pregunta mirándome con interés.

—Muy sexy.

—Lo sé.

—¿Y para que preguntas?— resoplo.

—Me gusta escucharlo. Por cierto, ¿por qué llevas tanto tiempo aquí? Sabes que para ser una diosa no necesitas tanto tiempo ¿no?

Sonrió y lo tomo de la mano.

—Vamos idiota, nos esperan.

Bajamos las escaleras.

Tomamos un taxi y llegamos a la cabaña de la playa, ya es medianoche y el olor a mar me revuelve el estómago.

Entramos y el olor a comida grasosa, alcohol y perfumes caros nos embiste.

—¿Las gememalas vienen?— pregunto tocando el hombro de Nico.

—Amy me llamó hace un rato diciendo que estaba casi lista. Debe llegar en una o dos horas, no sé por qué son tan vanidosas.

Giro mi cabeza y finjo asombro.

—Me estás jodiendo ¿no?

—No, ¿por qué?

—Venga ya Nicolás, eres tan vanidoso que te excitas con tu propio reflejo.

Echa una risa.

—¿Quién se excitó?

Escucho detrás mío, doy un pequeño salto y me volteo. Ahí está Liam mirándome con esa despampanante sonrisa baja bragas.

—Hola amor— dice acercándose.

Mientras me besaba me di cuenta de dos cosas.

Uno: Kayla estaba detrás de él volteando los ojos.

Dos: Liam tenía el pelo húmedo y un pequeño corte en el labio. ¿En serio se había metido en una pelea?

Al parecer me quedé tan absorta en mis pensamientos que ni siquiera correspondí al beso.

¿Por qué fuiste mi luz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora