Es una familia normal, sí, todos son normales... a veces.
Mateo.
—¡Mateo! ¿Por qué no estás levantado aún?— escucho a mi madre desde debajo de las sábanas.
Segundos más tarde: no hay sábana.
En el minuto y medio que estuvo dentro de mi habitación todo cambió.
Abrió ventanas y cortinas haciendo que el brillante e imperioso sol entrara por ellas con su cabellera salvaje e implacable.
Organizó las libretas sobre la mesita de noche.
Desconectó el celular del tomacorriente, porque siempre dice, con su tono de madre exageradamente preocupada: "algún día explotará en tus propias manos, hijo".
Y abrió mi armario para que pudiera escoger adecuadamente mi ropa.
Tomo la toalla y me adentro en el baño.
Me ducho con rapidez y salgo secándome el cabello negro.
—¡Mer!— resoplo cansado observando a la chica de largo cabello café sentada en mi mesita de noche, intenta abrir mi laptop, como siempre.
—¡Mat!— me da una media sonrisa, y parpadea con esos impresionantes ojos verdes luciendo inocente— ¡Necesito ver mi dorama! ¿Puedo verlo por aquí?
Entrecierro mis ojos— ¿Do... qué?
—Dorama— dice bufando.
—¿Es un nuevo prototipo de muñes?
—¿Proto... qué? Bueno, en realidad no importa. Y no, son personas, y tiene una trama e historia de amor incluida. Es una novela pero coreana.
—¿En qué momento dejaste de ver las princesas de Disney?
Ella se toma el puente de la nariz, imitando a mamá cuando pierde la paciencia.
—Desde que dejé de ser una niña, genio.
—Todavía eres una niña.
—Mateo, ¡ya tengo doce! Dejé de ser una niña dos años atrás. Deja de tratarme así— chilla frunciendo las cejas.
—Como sea, sal de aquí. Tienes que ir al colegio, veras tus historias cursis cuando vuelvas.
Abre la boca para rechistar, pero le doy una mirada de advertencia y decide mantenerse tranquila.
Sale de mi cuarto y en cuanto la puerta es abierta escucho un:
—¡Niños, a la mesa!
Dejo todo lo que iba a hacer y salgo de mi habitación hacia el comedor.
En la mesa está papá, con su cabello café teñido por algunas canas mientras lee el periódico con demasiado interés.
Tomo asiento a su lado.
—¿Qué tal dormiste?— pregunta, dejando a un lado el papel.
—Bien, no tuve muchos deberes— informo.
—¡Meredith! ¡Ven ahora!— grita nuevamente mamá.
Mamá, con su impecable cabello rubio sirve los huevos con jamón mientras sonríe como si ese fuera uno de sus momentos favoritos del día.
De hecho, es uno de los momentos favoritos de cada miembro de la familia Taylor.
—¡Voy!— se escucha el grito de mi hermana.
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¿Por qué fuiste mi luz?
Teen Fiction«Y lo amaba porque incluso en mi oscuridad, podía sentir la luz de su sonrisa»