31- Final

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MATEO TAYLOR.
7 años después.

El silencio se ha convertido en parte de mi día a día, la soledad, las ganas de verla y saber de ella, el fallo de mis cuerdas vocales y lo difícil de no saber si es feliz.

Han pasado siete años desde aquel maldito día, y hace siete años que no puedo verla.

Ella tampoco me ha visto a mi.

Ni siquiera sé si está bien, y eso me quema.

Luego de siete años volvimos a quedar, luego de siete años siento que por fin nos veremos las caras, luego de siete años veo a la chica que más quiero entrar por la puerta del lugar de encuentro.

Diría que voy a describirla brevemente porque ya la conocen, pero no, está tan hermosa que quiero recrearme en cada pedazo de su piel, en cada centímetro de su ser.

Su cabello castaño ya no tiene betas violetas y está por encima de los hombros con un corte cuadrado.

Sus ojos verdes se ven cansados y su sonrisa no asoma por ninguna parte.

Porta ropa muy elegante y da pasos cortos e inseguros hacia mi.

Es ella.

Después de siete años la tengo aquí, por fin.

Se sienta enfrente mío, e intenta sonreír.

Lastimosamente no lo consigue y me duele.

Le sonrío yo para hacerle sentir cómoda.

—Hey— comienza— Cuanto tiempo, ¿no? Perdón.

No lo entiendo.

—Debí haber venido antes, lo sé, traje tu bebida favorita, espero que eso compense todo este tiempo— baja la mirada y pone un ramo de flores frente a mi— ¿Estás bien? Yo ahora, por fin, estoy bien ¿sabes? Llevo siete años sin cortarme, y casi tres yendo sólo una vez por semana al psicólogo.

Le sonrío con orgullo.

—También me he vuelto responsable, abrí un bufete con Nicolás y ambos tenemos muchos casos al día, de nuevo perdón por no haber venido antes. Fueron años difíciles, y en todos me preparé para este momento.

La miro a los ojos un momento.

—Si, lo sé. Sé que quieres saber y voy hablarte de eso, él está bien. Nació bien, e iba a darlo en adopción, sí, perdona, no podía cuidarme yo así que tampoco podía hacerlo con él, pero cuando vi que se parecía tanto a ti, a mi, a nosotros, simplemente no pude.

Ella ríe con un poco de nostalgia y una lágrima asoma por su rostro.

—No he podido hablarle de ti, lo siento, pero no puedo. Cada vez que miro sus ojos preguntándome sobre eso lo único que puedo hacer es cambiar de tema y luego llorar a solas. A veces en medio de la madrugada viene a mi cuarto a decirme que duerma con él pero es porque me escucha llorar, es un chico muy inteligente, se parece a ti.

Mira un momento al cielo y cuando vuelve a mirarme su cara está llena de lágrimas.

—Algún día le hablaré de su padre, lo prometo, de la luz que irradiaba y la sonrisa que siempre traía en el rostro. Aún no puedo. Algún día podré.

Suspiró mientras intentaba calmarse, no lo logró.

—¿Por qué fuiste mi luz?— preguntó ella, con la voz rota.

Levanté mi vista y colisioné muestras miradas, ante mi vi a la chica que logró ganarse mi amor y a con la que siempre estaré agradecido por faltar a clases y necesitar un tutor.

¿Por qué fuiste mi luz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora