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Mateo.

¿¡Salen ya o qué!?— escucho la voz de Flavia.

—¡CÁLLATE!— grita Livana enrabietada— ¡Qué mal me cae, de verdad!— gruñe y la beso para calmarla.

—¡Oye guapa que te escuché!

—¡Lo hice para eso, cariño!— grita de vuelta mi novia.

—Amor, basta ya. No le hagas caso.

—Maldita pija— dice Flavia por lo bajo pero lo suficiente alto para que lo escuchemos, sin embargo la ojiverde no dice nada.

—¿Me dijiste "amor"?— susurra.

—Sí.

—Oye— dice bajando la cabeza— Eso es muy lindo— comienza a jugar con sus mangas— ¿Por qué tienes que ser tan tierno?

—Tú me haces ser tierno.

—¡Me estás sonrojando!— dice haciéndose la molesta— Una rockstar como yo no puede estarse sonrojando cuando le dan cumplidos, ¿qué quieres terminar con mi carrera?

Me río y hago que levante la cabeza.

—Te ves linda sonrojada.

—¡Mateo!— reclama riendo.

—Y te ves linda durmiendo.

Intenta ponerse seria y me mira fijamente.

—Y tocando el piano.

Paso la mano por su cabello morado.

—Y despeinada.

—¡Oye que yo nunca estoy despeinada!— reclama.

—Y gimiendo.

—¡MATEO!— grita riendo— Eres un pervertido, yo no te conocí así.

Sonrío.

—En fin, que siempre estás guapa— la beso.

—Estás romántico hoy. Hay que pelearnos más seguido.

—No— le digo besando su mejilla— Yo no quiero pelear contigo, tengo planes más divertidos para nosotros.

—¿Ah si?— me mira de arriba abajo.

—Si. Y en todos te sigues viendo igual de bien.

Ella se acerca a mi y comienza a besarme mientras se sube a horcajadas sobre mi.

—Oye que cuándo te enfadas también te pones guapo— me dice besándome.

Sonrío en medio del beso y...

—¡Ya está la cena!

—Joder Meredith. ¡Toca la puerta!— grito a mi hermana pero ella ya tiene los ojos tapados.

—Sabía que podía encontrarlos en una posición embarazosa por eso tengo los ojos cerrados pero si tocaba la puerta ¡perdía toda la gracia!— se justifica.

—Sal de aquí. Ahora.

—Que ya voy, pesado— dice y vuelve a cerrar.

—No sé que hacer con esta niña— resoplo.

—A mi me cae bien.

—¿Te drogó?

—¡Oye! Que no soy tan amargada como aparento— dice golpeando suavemente mi hombro— ¿Entonces... vamos a cenar?

—Supongo que si.

—Es que estoy tan cómoda en esta posición— dice riendo.

—Ya sé, ya sé.

¿Por qué fuiste mi luz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora