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Me celaba y me era infiel, en fin, la hipocresía.

Livana.

Minutos después de que Mateo se fuera le pedí a mi chofer que me llevara a casa de Liam.

Realmente estoy cansada de sus ataques de celos.

Toco la puerta y su hermana de nueve años me recibe.

—¡Liv!— chilla ella.

Me arrodillo frente a la pequeña.

—Lily. ¿Cómo estás, bonita?— ella me sonríe mostrándome sus dientes, aunque le falta uno de los delanteros.

—Bien. ¿Viniste a ver a mi hermano?— asiento— No está.

—¿Y no sabes a dónde fue?

—Si, él vino hace un rato y estaba bravo, pero oí que le dijo a mamá que iba a casa de su novia.

Frunzo mi ceño.

—¿Su novia?— repito más para mi que para ella.

—Si, Kayla. Ella viene mucho aquí y ayuda a mamá a cocinar. Además la invitamos a comer cada lunes.

Mis manos se aprietan involuntariamente y miro a la niña.

Los niños y los borrachos nunca mienten así que no creo que esté diciendo mentiras.

—¿Entonces está en casa de ella?— la pequeña de rubios cabellos asiente— Gracias. Ah, y otra cosa, no le digas a nadie que estuve aquí ¿vale? Va a ser nuestro secreto— le guiño un ojo.

—Como digas, Liv. Adiós.

Ella cierra la puerta y mi cara se transforma.

Siento la rabia recorrerme y camino un poco hasta llegar a la casa vecina.

La puerta está entreabierta.

Entro.

Hay ropa rota por todo el piso, subo las escaleras hasta el cuarto de la zorra y algunos gemidos salen de allí.

Me debato entre entrar o irme de este lugar.

A la mierda, no soy una cobarde, y no lo seré ahora.

Abro la puerta de su habitación y tengo que apretar mis puños haciéndome daño con las uñas.

—¡Son unos hijos de puta!— grito encolerizada.

Ambos se separan rápidamente, la mulata se cubre con las sábanas abriendo los ojos, mientras que el rubio se pone el boxer.

—No es lo que crees Liv— se excusa el chico.

—¿No que era una frase muy cliché, Liam?— pregunto aparentando tranquilidad, ok, no tengo porqué aparentar nada— ¡Cómo que no es lo que creo! ¿¡Eres idiota o te estás riendo en mi cara!?

—Liv— musita la chica.

—¡Acabo de verlos juntos! ¡Dentro de ti estaba su maldito p-

—¡Que si, que si! Entendemos— me corta Liam.

—¡No me mandes a callar, imbécil!— grito nuevamente— ¿Qué demonios Kayla? ¡Eras mi jodida mejor amiga, me hiciste sentir mal el otro día en la fiesta mientras te tirabas al imbécil que alguna vez llamé novio!

—Fue sólo hoy— dice ella.

—¡No seas tan hipócrita, maldita sea! ¡Llevan haciendo esto semanas, incluso meses o años!— miro al rubio— ¿Por esto me celabas? ¿Tenías miedo que hiciera lo que tú estabas haciendo con esta zorra?

¿Por qué fuiste mi luz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora