18

2 0 0
                                    

Aunque esté pasando el peor momento de mi vida, si tu me insultas... sonrío”
Mateo Taylor.

Livana.

Me siento mal, tan mal que en esta semana me he cortado más de lo que he hecho en toda mi vida.

¿Duele? No, es más difícil sonreír estando tan rota por dentro.

El regreso de Ian ha sido tan difícil para mí y mi padre no se da cuenta que al acercarlo a mi sólo me hace estar peor pero... vamos, es mi padre ¿en qué momento se ha preocupado por mi?

Como si mi cabeza quisiera responderme una serie de imágenes pasan por mi mente.

Él no siempre fue así.

Renato Lodge era un tipo amable que me llevaba cada día al parque.

Escucho mi risa dentro de mis recuerdos como si estuviera exactamente en ese momento.

Nunca fui una niña cómo las demás. No era flaca como las modelos de revista y ver a las demás con cuerpo perfectos afectó desde pequeña en mi autoestima.

Obesidad infantil.

Diagnosticó aquella mañana el doctor, recuerdo que papá me sonrió y me dijo "sigues siendo preciosa".

Él era así, mamá también lo eran, pasaban tiempo conmigo haciendo que olvidara el hecho de que no tenía un cuerpo perfecto, pero apareció esa oferta de trabajo.

Aquella estúpida noche papá llegó con una propuesta de trabajo en la que si ponía mucho esfuerzo podíamos llegar a hacerse millonario.

Tentador ¿no?

Lo fue para él, en cambio yo estaba bastante bien viviendo en esa humilde casita de California yendo todos los días a la escuela con aquella chica morena y la pelinegra de ojos lindos, Tatiana y Natasha.

Mis amigas.

Papá le consiguió un trabajo a mamá y ambos comenzaron a llegar tarde, no quería el dinero, sólo los quería a ellos.

Siento una presión en mi pecho al recordar lo bonita que era mi vida cuando era niña, y pregunto ¿por qué tenemos tantas ganas de crecer? No sé, pero ser joven no es lo que nos pintaban de niños.

Como si mi cabeza tuviera vida propia me muestra otro recuerdo.

Ian, mi kriptonita, era mi crush y mi verdugo. Yo era su entretenimiento y a decir verdad me seguía gustando su actitud de popular

Cabe destacar que a los once años yo era demasiado estúpida, no lo voy a negar porque aceptar que un chico te maltratase sólo para llamar su atención era algo insano.

El recuerdo avanza y me veo a mi misma caminando hacia la fuente con mi bandeja del almuerzo en las manos.

Mi intención: alejarme de la gente.

Obstáculo: el dolor que siento en mi nuca de un momento a otro.

Siento un golpe que me hace cae de rodillas frente al muro de dicha fuente, luego un tirón en mi cabello, y luego... oscuridad.

Nada.

Eso es lo que veo.

Siento como mi respiración poco a poco va dejando mis pulmones y lucho por salir.

Sacan mi cabeza de la fuente y escucho unas risas, vuelven a sumergirme.

Ese día, entendí que debía buscar algo, algo que me diera tanta satisfacción como la que le daba a ellos al lastimarme.

¿Por qué fuiste mi luz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora