¿Enojarse?
Que sentimiento tan liberador
Enojémonos todos.Número desconocido... llamando.
—¿Qué?— digo, sentada en las gradas mirando con mala cara el perfecto cielo soleado.
—Estoy en la biblioteca— escucho la voz de mi "tutor".
—Pues... pasala bien ¿no?
—Chistosa— dice con hastío— Te espero.
—No voy a-
Cuelga.
Me colgó. A mi.
¡A MI!
Con la sangre hirviendo dentro de mi, camino hacia la biblioteca.
Luego de tres vueltas, me desespero.
—¿¡Dónde demonios está la estúpida biblioteca!?— resoplo en medio de los silenciosos pasillos.
Examino todas los locales en los que nunca entraría y doy con uno con un enorme cartel que pone "Biblioteca".
Hago una "pequeña" mueca y entro.
El lugar es, en extremo, silencioso.
Varios estantes aparecen delante mio, todo se ve muy organizado.
Algunas mesas se extienden a lo largo del local y una señora regordeta, pero joven, con unos espejuelos negros, mira por encima de su libro de capa gruesa.
—¿Señorita... señorita ¡Lodge!?— exclama como si estuviera un fantasma frente a ella.
—Neh, soy su hermana gemela— suelto con una ironía incapaz de controlar.
Ella esboza una media sonrisa, y se quita los espejuelos.
—¿Buscaba algo en específico?
—A un chico. Eh... Taylor, supongo.
—Oh, si. Está al final. Y... bienvenida a la biblioteca del American High— me dice con una voz de comercial.
—No me verá por mucho tiempo— aclaro y comienzo a adentrarme en el lugar.
A medida que camino algunos de los presentes levantan la cabeza y me miran sorprendidos.
—Ni se les ocurra comentar esto— amenazo.
Cuando llego a la última mesa puedo observar al trigueño del tatuaje, mirando con curiosidad un libro.
—Ya estoy aquí— digo con fastidio.
—Por poco y no llegas.
—¡No tenía idea en dónde estaba este maldito lugar!— exploto.
—¡Silencio, por favor!— dice la mujer del mostrador haciendo que gruña.
—¿Y bien?— pregunto mirando sus ojos cafés, tan simples como su existencia.
—¿Y bien qué?
—¿Cómo te llamo? ¿Taylor, el chico trigueño del tatuaje, o niñero personal?
Rueda sus ojos como si mi voz le rasguñara los oídos.
—Si querías saber mi nombre sólo tenías que preguntarlo, no tenías porque armar tanto drama. Y... mi nombre es Mateo Taylor, en cambio, puedes decirme como mejor te parezca, Lodge.
—Genial— suelto con sarcasmo.
Me dejo caer lentamente en la silla, en un gesto casi dramático.
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¿Por qué fuiste mi luz?
Teen Fiction«Y lo amaba porque incluso en mi oscuridad, podía sentir la luz de su sonrisa»