CAP. XVII; "Gracias"
𝗣𝗘𝗥𝗟𝗔 𝗔𝗗𝗔𝗠𝗦.
—¿Qué fue lo que exactamente vistes en mi cabeza?—preguntó, mientras que Ruth no bajaba para nada, el ritmo de su velozmente anormal trote.
—El pobre chico está gritando constantemente para que lo ayudes —anuncia, y eso me hace sentir desencajada —no es tu culpa no notarlo, eres humana, y el poder de él está fluctuando.
—¿El poder de él?
—Ese chico... —hizo una pausa, que se alargó demasiado.
Pasamos como un rayo al lado de un árbol, y ambas sentimos como acabamos de traspasar algo. El bosque desaparece en un abrir y cerrar de ojos, y nos sumergimos en una oscuridad aterradora.
Recordé mis pesadillas, recordé la soledad, el sentirse vacía, desencajada, y fuera de lugar. Recordé los miedos que la oscuridad me causaba, y que me hacía descubrir.
—Estamos en su tablero... —murmuró Ruth, caminando a un ritmo humanamente adecuado.
—¿Tablero?
Asintió: —los tableros son dimensiones que crean seres con magia. Es un espacio donde el tiempo, y espacio, es gobernado por el dueño del tablero.
Trago saliva: —¿Eso qué tan malo es?
Sonríe: —muy jodido, pero estaremos bien.
La seguridad en sus palabras me dan a entender dos cosas: 1. Que es muy fuerte, y por eso es tan confiada, y 2. Que tal vez mi primera hipótesis es incorrecta, y realmente ella solo es arrogante.
—Oye, Ruth...
—¿Si?
—¿Eres fuerte?
—Lo soy, aunque también arrogante, y narcisista.
—Vale.
—¿Y tú eres fuerte, Perla Adams?
—Para nada. Tengo los cojones en la garganta.
—Yo creo que lo eres —vuelve a sonreír con dulzura, y ahora puedo apreciar mejor su pálida piel, y rasgos finos, que dan un aire europeo —ser humana no te hace débil. Los humanos son frágiles, pero todos somos fuertes, pero a nuestra propia medida, no lo olvides.
Mis párpados se levantaron un poco de más, y sus palabras, consolaron un poco la miseria que me hace sentir, no tener magia.
—Espera... —agregue rápidamente, y ella se detuvo.
—¿Qué pasa?
—Te puedo ver la cara.
—Y yo la... —parpadeo, y ambas vimos hacia los lados, y nos detuvimos, en dirección del único objeto que hay en medio de toda la oscuridad.
Un árbol, un gran árbol, el cual emana una fuerte, pero cálida luz azul, y en las raíces del árbol... Esta una crisálida.
—Nos voy a llevar hacia ese punto —murmura Ruth, mirando hacia los lados, con recelo —pero no prometo llegar contigo, yo seré la distracción, y tú correrás hacia la crisálida, y tendrás que sacar al chico...
—¿Cómo lo saco? —murmuró.
—Eres astuta, sabrás arreglártelas —asegura.
De golpe, hace un movimiento hacia atrás, y una masa oscura se impacta en el punto donde antes estábamos.
—¡Aquí vamos! —exclama. Me sujeté muy fuerte, mientras ella da todo de sí, en evitar las bolas de masas oscuras, y correr a alta velocidad.
—Podemos llegar juntas —pensé, y qué mal que llegue tan rápido a esa conclusión.
Una mano emana del suelo, y toma uno de los pies de Ruth. Ágil, y sin vacilar, Ruth se movió sobre el eje de su pie aprisionado.
Su articulación crujió, y forma una mueca mínima. Tomo mis manos, y me soltó de ella.
—¡Corre! —grito, pero el sonido solo resonó en mi cabeza.
Al sentir mi culo golpear el suelo, me puse de pie con una torpeza frustrante. Mire hacia atrás, esperando ver a Ruth, y casi paró de correr al ver cómo la oscuridad del suelo se la traga.
—¡Corre! ¡Corre con las agallas que sé que tienes! —volvió a retumbar su voz en mi cabeza.
Aprieto los ojos, y vuelvo a mirar hacia la crisálida. Por un microsegundo, todo pareció estar más iluminado, y helado, como si el bosque exigiera acabar con el tablero.
Llegué a un escaso metro de la crisálida, y mi pecho se inunda de un mar de emociones. Primero miedo, y angustia, pero luego, en un segundo plano, calma, y alegría. Ya este larguísimo, y aterrorizante día está por acabar.
La crisálida parece de plumas, o escamas, de un hermoso, y radiante color blanco, un tanto transparente. Se aprecia la silueta de Ayxel, gracias a la poca transparencia. Acerque mi mano con cautela, y la toque.
Es tibia, como un animalito recién nacido.
—¿Ahora cómo te saco...? —me pregunté a mi misma.
Baje la cabeza, y me cuestione uno que otro método, como usar los puños, uñas, o quitar una raíz del árbol, y usarla.
Pero Ayxel colaboró indirectamente.
Con premura, su mano derecha, desde el interior de la crisálida, se estrelló contra la misma, volviéndola añicos.
—¿¡Que!? —, exclamó, extrañada, y es ahí, cuando la respiración fría de alguien me deja en shock.
La mano libre de Ayxel, tira de mí, y me introduce en la fragmentara crisálida. Abrazara sobre su torso desnudo, mire por encima de mi hombro.
Ayxel ha atrapado con su mano, el cuello de la ninfa. Por reflejo, me aferró más a él, y ella, Dios santo, me mira como si fuera el ser más despreciable del universo.
—Tu... —logra decir, y Ayxel aprieta más su cuello.
—Espera... —parpadeo —¿Y Ruth?
La ninfa sonríe excitada de maldad, y su hermoso rostro, se deforma por dicha mueca, restándole cualquier mérito a su belleza antinatural.
—Necesitas más que expulsarme de tu tablero para creer que me ganaras —proclama Ruth, abordando a la ninfa por su retaguardia.
Toma sus brazos, y los jala. Ayxel la suelta, y así mi pelirroja compañera, la tira a una gran distancia, y se lanza a ella al mismo tiempo, sometiéndola sobre el piso.
Ayxel aprieta mi cuerpo al suyo, y me limito a mirarlo. Sus ojos azules, están custodiados por sus párpados. Está dormido, o en trance, pero aun así, me ha salvado.
—Gracias... —murmuró, y la brisa del bosque comienza a llenar el lugar.
El tablero de la ninfa se comienza a desvanecer, y Ruth la puso boca abajo, clavándole sin delicadeza la rodilla entre sus omóplatos.
—Si no quieren que la crisálida se volvía a formar, salgan de ahí —advierte Ruth.
Mire hacia las orillas con daños de continuidad de la crisálida, y si, se están regenerando. Intento alejarme de Ayxel, pero él me abraza más a él.
—No me dejes... —murmura, rodeándome con sus dos brazos.
Sus palabras son... Raras de tomar para mí. No Porque me lastimen, o me hagan ilusión, simplemente es, que he adorado tanto al chico de mis sueños (Recuerdos), y peleado con el Ayxel con el cual cambió de cuerpo, que todo se mezcla en mi alma.
—Vamos afuera, aquí es peligroso —use un todo más gentil, y acaricie su mejilla.
Él asintió, y me soltó. Toma mi mano con fuerza y salimos de la crisálida. Para mí desgracia, no pasó ni 0,0001 segundos, de estar fuera de la crisálida, y Ayxel perdió fuerza. Cayendo sobre mi hombro.
Suelto un quejido, e intento mantenerme en pie, y no dejar que él toque el suelo nevado.
—¡Suéltame! ¡Suéltame sucia chupa sangre!—desgañita la ninfa, intentando forcejear con Ruth.
—Te soltaré en una mazmorra en La casa de Adán y Eva, así que aguanta, princesita —anuncia Ruth, bastante molesta —solo has sido un dolor de culo... Lunática...
—¡Tu solo eres un esbirro! ¡Un seguidor sin convicciones propias! —continúa la ninfa —¡Ayudas a mantener la paz de la sucia e injusta humanidad! ¡Los dioses aman a los humanos, y se olvidan de las criaturas que llegamos primero!
El semblante de Ruth de oscureció, y sus ojos negros, volvieron a ser como dos rubíes.
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Beloverd The Celestino.
FantasiPerla no conoce a Ayxel. Ayxel no conoce a Perla pero, por alguna rara razón, ambos se extrañan. Destino, promesa y un atroz intercambio de cuerpos ¿Que mejor mezcla para el desastre y la magia?
