CAP. II.

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CAP. II; "La chica de mis sueños".
𝗣𝗘𝗥𝗟𝗔 𝗔𝗗𝗔𝗠𝗦.

Mis pestañas se deslizan de abajo hacia arriba, dejándome ver el ambiente que me mantiene presa. Es aquella oscuridad que profana hasta los huesos, violando el sentido de comodidad.

«¿Algún día se detendrá?»

Pienso, suplicando a mi subconsciente que se digne en darme una respuesta.

Me incorporo en lo que debería ser el suelo, pero sigue siendo oscuridad y comienzo a andar. Al comienzo no me molestaba en caminar, pero en una ocasión, la voz de aquel chico me atrajo, y la curiosidad me consumió. Se volvió mi enemiga.

En aquel sueño, logre ver la espalda del chico, y mi alrededor comenzó a cambiar, volviéndose un bello jardín.  He tenido escasos sueños parecidos, pero cada uno es un poco diferente o parecido a los otros, como si fuera el mismo cuerpo, en otra época.

Una pequeña luz capta mi atención.

«No será tan aburrido hoy... ¿Estaré de suerte?»

Mis pasos comienzan a sonar diferente, como si caminara sobre el campo. La luz deja de ser pequeña, se multiplica, y detalló que provienen de una casa, con grandes ventanas.

La arquitectura es entre rústica y de estilo reina Ana. Rara pero fascinante fusión.

Subo los siete escalones que dan al porche, y me acerco a observar por una de las ventanas.

Logro distinguir una chimenea, y muchas personas bailando de un lugar a otro, riendo, se ven felices, menos uno, un joven, rodeado por chicas, su entrecejo me hace sentir que le repudia la situación. Me parece gracioso, por lo que curveo los labios, sonriendo.

Todos usan elegantes ropas victorianas, solo por eso me gustaría haber vivido esa época, omitiendo las enfermedades, falta de higiene y machismo.

Me siento al borde de la ventana, embelesada por la atmósfera.


—¿Cariño? —escucho la voz de mamá.

«¿Cuándo he despertado?» pienso.

—¿Te duele algo?

—Solo el carnet de ciudadanía —bufo, haciéndola sonreír.

Las características paredes del hospital llaman mi atención, y la vía intravenosa en mi brazo derecho.

—¿Qué me pasó? —inquiero, intentando analizar qué situación me hizo parar aquí.

—No lo sabemos aún —confiesa, llevando un mechón de mi cabello detrás de mí oreja —parecía un problema neuronal, y cardiaco, fue raro.

—Mamá... Sé un poquito más específica.

—Los paramédicos revisaron tus pupilas, estaban muy contraídas, como si tu cerebro hubiera detenido todas sus funciones, y tu ritmo cardiaco estaba muy lento, tu cuerpo estaba perdiendo sus sistemas vitales más importantes —arrugue la frente, no me siento mal, más allá de lo que sería un golpe en la cabeza, nada, bien, totalmente bien.

Mamá me abraza, se debió preocupar mucho.

—Estoy bien mamá, tranquila —intentó tranquilizarla, y le correspondo el abrazo.

Beloverd The Celestino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora