CAP. XII.

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CAP. XII; "La cólera". 
𝗣𝗘𝗥𝗟𝗔 𝗔𝗗𝗔𝗠𝗦.

Después del vómito polilla, Ayxel se puso muy débil, y la enfermera que nos acompaña en este viaje le dio unos medicamentos que lo han puesto a dormir.

Gracias a qué está en mi cuerpo Tatiana y Alma se quedaron con él, y por eso he tenido que tomar distancia.

Atisbo el interior de la cabaña por la rendija de la puerta.

—Oye J...

—Ya se. Ya se ¿Queréis que me quedé a su lado hasta que despierte?

Sonrió de medio lado, y miro mi sombra.

Aprendí que puede modificar la sombra donde esté, y volverla idéntica a su silueta, y es junto lo que está haciendo.

—Eres un buen chico... Cuando volvamos a casa prometo decirle a mamá sobre ti, y así no te seguimos escondiendo Gus y yo —. Propongo, ya que mi hermano mayor ha desarrollado un gran afecto por la parte peluda que compone a J.

Mueve su cola con mucha energía aun estando en la sombra.

—¿¡Eso significa comida de Gus más seguido!?

—Eso es lo que significa —. Le sonrió.

Cómo esperaba, con presteza se coló por los objetos que hacen sombra, y llegó a la que forma la cama donde reposa mi cuerpo, quedándose ahí.

¿Perla...?

Una suave voz familiar preguntó a espaldas de este cuerpo prestado. Me gire rígida, encontrando para mí sorpresa a la persona menos esperada. 


𝗔𝗬𝗫𝗘𝗟 𝗔. 𝗚𝗔𝗟𝗘𝗦.
La cabeza me da vueltas, en la boca tengo un asqueroso sabor y la garganta me arde. Abrí un poco los ojos para mirar mi entorno, y lo primero que note fue la figura de Tatiana y Alma.

Cerró los ojos de golpe, es incómodo y molesto de cierta forma sentirme así de mal y estar alrededor de dos personas que no conozco del todo, y que no les tengo confianza.

El crujir de la puerta llegó a mi canal auditivo, y me pregunte: —¿Quién ha entrado? —.

—¿Cómo está Perla? —. Cuestiona el entrenador Louis.

—Creo que mientras esté descansando no debemos preocuparnos —. Contesta Alma.

—Yo solo espero que Perla este bien... Yo no quería que viniera... —. Agrega Tatiana.

Arrugue las cejas ¿Por qué no quería que Perla viniera?

—Yo tampoco —. Concuerda el entrenador —y ella me dijo que no vendría, todos estábamos de acuerdo, pero un día antes del viaje vino a mi casa y me entrego el formulario lleno y firmado por Gea —. Suspiran los tres.

—La señora Gea si quería que viniera —. Aporta Tatiana —le dijo a mi madre que tal vez así Perla superará su fobia al agua...

El corazón me latió con una inesperada fuerza ¿Perla tiene una fobia? ¿Al agua? No... En su habitación hay dos trofeos de natación, quedó en ambos en segundo lugar, pero igual. Ella misma me dijo que de niña iba a pescar con Gus, que se lanzaba con los otros niños del mirador menos alto del bosque para caer de clavado en el agua.

Perla... No es miedosa.

El entrenador les sugirió a las chicas que fueran a cenar y se marchó.

—Tatiana... ¿Qué tal si vas a cenar y luego me traes algo? —. Sugiere Alma.

—¿Esta bien si lo hago?

Alma suelta una risita y luego agrega: —llevo media hora escuchando tus tripas rugir como un oso —.

Tatiana un poco apenada se disculpa, y acepta ir a cenar, prometiendo luego traerle algo de comer a Alma, y un postre extra.

La puerta vuelve a crujir al abrirse y cerrarse, por lo que Tatiana ya se ha marchado.

—Puedes dejar de fingir Ayxel —. Comenta de golpe Alma.

Abrí los ojos al instante, y los orbes celestes de ella están clavados en los olivas de Perla.

—¿Que...? —. Escupo dubitativo.

—Bueno... Me costó un poco entender que pasaba, pero entendí que ustedes dos andan en el cuerpo del otro —. Sonríe, y luego mira por debajo de la cama: —también puedes salir perrito.

J se manifiesta con recelo, y se sube a la cama, de forma un poco protectora.

—Ella apesta a hiervas y a otra cosa... —. Murmura él.

—Está bien... De ti me di cuenta hace tiempo... —. Asegura ella, y con mucha confianza pone su mano sobre la cabeza de él.

Al rascarle en una parte específica de la cabeza, J termino poniendo una expresión de completo placer.

—Ah... Ella me agrada... —. Afirma el saco de pulgas.

—De verdad que entras en confianza muy rápido saco de pulgas —. Comento sentándome en la cama.

Cómo era de esperar, J me miro disgustado y murmurando unas cuantas maldiciones, pero se abstuvo de montarme una discusión como las que acostumbramos.

Beloverd The Celestino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora