CAP. XIII, PARTE I.

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NOTA DE LA AUTORA: 
¡He vuelto! ¡Y con todas las de quedarme! Aquí comienza el nuevo arco de la historia.


CAP. XIII, PARTE I; "Comedia de los 80's".
𝗣𝗘𝗥𝗟𝗔 𝗔𝗗𝗔𝗠𝗦.

El característico sonido de los tacones chocando contra un piso de cerámica me hizo abrir los ojos, confundida, y para aumentar la confusión, me encontré a mí misma caminando por un largo pasillo, el cual del lado izquierdo goza de una hermosa hilera de ventanales. Nacen desde su frontera con el piso de cerámica blanca, y finalizan en las molduras del techo. La pared del lado derecho es de un azul bebé muy claro, y tiene pilares de color blanco, para corona del pastel, en el techo hay cada tres metros, más o menos, lámparas tipo araña, de un material que puedo jurar, es oro.

No hace falta decir que solamente este pasillo, debe valer una fortuna.

—¡Vamos! ¡Vamos! ¡Papá está esperando! —. Voceo con apremio una infantil, y cálida voz.

Lleve mi mirada hacia la pequeña, de no más de 7 años, con piel pálida, largos cabellos rubios, con grandes hondas, y brillantes ojos azules.

Note que estamos tomadas de las manos, y justo en mi mano izquierda, que es la que ella está sosteniendo, se disparó una corriente de calidez.

No podría explicarlo, pero sé que la he visto antes, que la he cargado, que la he abrazo, tal vez mucho más, pero no identifico de dónde. Tal vez de otros sueños (Recuerdo) que he olvidado.

—¡Uno! ¡Uno! —. Vociferó emocionada, corriendo hacia el frente.

Busque a ver quién era el causante de su felicidad, y encontré a un gran lobo negro, que rápidamente se apoyó en sus dos piernas traseras, note como sus huesos se movían, como el pelo decía adiós, y un alto joven, de tal vez 20 años, con facciones asiáticas, reemplazaba esa apariencia animal que hasta hace menos de un minuto llegó a poseer.

—No corras señorita... —sonrió, y dijo su nombre al final, pero no logré escucharlo, o mis oídos no quisieron escucharlo.

Levantó a la niña, y sonriendo la abraza, pero luego toda su atención se fijó en mí.

—Evangeline, ¿Te sucede algo? —cuestiono, llamándome por un nombre agendo, y con mucha familiaridad.

—¡Tal vez papá la va a regañar! —respondió riendo la pequeña: —papá la llamó a solas, cuando papá me llama a solas es para regañarme.

Uno sonrió: —no creo que tu padre vaya a regañar a mi señorita Evangeline —aseguro.

—Dejen los escándalos en el pasillo, si no os molesta —. Intervino un tercero.

Uno dio dos pasos hacia la izquierda, bajando a la niña, y me dejó ver al hombre que había agregado eso.

Su apariencia es de veinteañero, su piel parece un papel, y sus ojos son una extraña combinación de azul claro y azul oscuro. Su ropa es elegante, al igual que totalmente blanca, y su largo cabello plateado descansa sobre su hombro.

—Mi señor aguarda por usted, señorita Evangeline —anuncio, y se hizo a un lado, dándome paso hacia el umbral de dónde debió salir.

Busque apretar los labios y retroceder, toda esta situación me abruma, pero mi cuerpo no me hizo caso.

Reí de forma automática, y les regale una sonrisa: —Crissolorio no seas tan cruel con la pequeña y Uno —regañe, acercándome a él, y quedándome a su lado —te saldrán arrugas por toda la eternidad si te preocupas por ellos.

El suspiro por mi comentario involuntario: —princesa, usted no es quien debe tolerarlos a ellos, y a mi señor al mismo tiempo.

¿Princesa? ¿Princesa yo?

Nuevamente, de forma involuntaria, mi cuerpo se movió, dejando mi mano sobre su hombro: —perdóname por dejar tantas tareas, prometo que pronto te ayudaré con todos —sonreí, y él solo levantó de forma casi imperceptible la comisura de su labio.

Mire el umbral, lista para entrar, pero llamó mi atención que a mi lado derecho, en la pared hay un espejo cuerpo entero, con bordes de oro.

Lleve de forma voluntaria mi mano hacia mi cabello. Y fue raro, porto una larga cabellera negra. Tengo años sin usar el cabello largo, desde los 7 u 8 años. En la mata de mi cabeza descansa una tiara de oro, y mi cuerpo lleva un elegante vestido, no logro descifrar si es de la edad victoriana, o medieval, ya que su diseño es irregular, y sus bordados parecen occidentales.

Miré el umbral, y me volví a mirar en el espejo.

—¿Evangeline? —. Pronunció otro individuo, pero su voz era perfectamente reconocible.

Lo busque con la mirada, pero adivine donde estaba, detrás del umbral.

Entre apremiante, y lo vi, vi su alta figura, su mata de cabello negro, y unas alucinantes alas negras decorando su espalda.

—Estaba esperándote... —. Se giró a verme, y sus brillantes ojos azules derrumbaron algo en mi alma— Perla Adams... ¿No?

Su sonrisa gentil, y su forma de mirarme, como si realmente me hubiera esperado a mí, solo a mí, y por muchos años, conmovió cada fibra de mí, aunque lo más extraño en esta gran cadena de cosas extrañas, es que puedo intuirlo, lo sé con demasiada seguridad.

—Tú no eres Ayxel... —fue lo único que abandonó mis labios, al ver el pareció, que solo era comparable con la notoria diferencia de edad.

Ayxel tiene 17, así como yo. Pero este Ayxel tiene unos 27, así como la yo del reflejo.

Mi respuesta le causó gracia, y ladeó la cabeza.

—No importa quién sea... —sus ojos se cristalizaron —siempre me voy a enamorar de ti. Mi hermosa Evangeline.

Esa fue la punta que me quebró, quebró algo oculto en mi cabeza y corazón, algo que no comprendo.

Pero que desesperadamente comprendo.

Beloverd The Celestino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora