La visita de Miguel y Gabriel no ha servido más que para dejarme más dudas de las que ya tenía. Una nueva lista de interrogantes vuelven a arremolinarse en mi mente, lo que hace que comience a cuestionarme si algún día llegaré a comprender este nuevo mundo que apenas empiezo a conocer. Cada vez que creo que comienzo a ver algo de luz al final del túnel, la oscuridad vuelve a cubrirlo todo, abatiéndome y pisoteando las pocas esperanzas que tenía.
Me dispongo a volver a mi habitación para estar un rato a solas cuando Luc me agarra del brazo y me lleva contra su pecho, envolviéndome con sus cálidos brazos. Noto su olor y creo que nunca había olido un perfume mejor: viril y salvaje. Los latidos de su corazón se oyen fuertes y rítmicos, y poco a poco me relajo. Casi son como una nana con la que estoy segura que caería en un profundo sueño. Me sujeta la barbilla con sus largos dedos y me hace mirarle a los ojos, esos profundos ojos en los que creo hundirme cada vez que los veo. Siempre que los miro es como si el mundo se parase, todo a nuestro alrededor deja de existir y hasta el aire se vuelve tan liviano que me siento flotar. Una sensación de deseo comienza a invadirme y me doy cuenta de que ya no podría vivir sin él, se ha convertido en el motor de mi corazón. Él es el que lo hace latir, el que hace que se acelere mi pulso cada vez que me abraza, el que hace que me cueste respirar cuando esos dos iris azules me observan, el que consigue que mi cuerpo tiemble y se estremezca cada vez que su dulce voz acaricia mi piel al susurrarme. Supongo que tengo que aceptar lo evidente: estoy enamorada del diablo.
Oigo a Lucifer decirme algo pero no presto atención a sus palabras. Mis pensamientos, al igual que mis emociones van a la deriva y no puedo detenerlos. ¿Qué voy a hacer? Me juré que esto no me pasaría nunca, que protegería mi corazón. ¿Por qué lo he dejado acercarse tanto a mí?
-Meridiana, ¿te encuentras bien? ¿Qué te pasa?
-¿Eh? - Lucifer consigue hacerme volver lentamente desde lo más profundo de mi mente, donde por un momento creí haberme perdido.
-¿Estás bien? - vuelve a preguntarme preocupado.
La verdad es que no, pero ¿cómo decirle que él es en parte el origen de mi malestar?
-Sinceramente, no lo sé. - Eso es lo más honesta que puedo ser ahora mismo con él.
-Tranquila, los ángeles han accedido a ayudarnos y seguro que entre todos acabaremos por averiguar quiénes son los que intentan destruirnos. Ya te dije que siempre te protegería, así que no tienes de qué preocuparte.
Oh, los atacantes. Por un instante me había olvidado de ellos. Tengo que centrarme, ahora tenemos cosas más importantes entre manos que mis líos sentimentales.
-Meridiana, ninguno de los dos dejaremos que te suceda nada malo.- As se ha acercado a nosotros. Ni siquiera recordaba que él también estaba en la sala.
Luc sigue sin soltarme, mirándome a los ojos, intentando fondear mi subconsciente. No soporto que haga eso, tengo que reaccionar.
-Sólo estaba pensando en que hay cosas que no he entendido de nuestro encuentro con los ángeles. - Me separo de Luc rompiendo su abrazo y me siento en el sofá.
Lucifer se acerca y se sienta a mi lado como hace siempre. Jamás se separa de mí. As también se acomoda en uno de los sillones.
-¿Qué quieres saber, querida? Te explicaremos todo lo que necesites.
La verdad es que tengo tantas preguntas que no sé ni por dónde empezar.
-Mmm, pues... por ejemplo, ¿por qué Dios no quiere que los ángeles tengan contacto con las almas humanas?
-En realidad no lo sabemos, nunca da explicaciones de lo que hace, aunque es cierto que no le suele gustar que los ángeles intervengan en los asuntos de la humanidad. Ha habido muy pocas ocasiones en las que los ángeles hayan tenido contacto con los humanos y siempre fue por mandato directo de Dios. Supongo que tendrá sus razones, siempre las tiene - explica As.
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Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)
FantastikObra registrada en Safe Creative. Primera parte e la saga Meridiana. ¿Y si un dia descubrieses que eres la hija del demonio de la ira? ¿Y si el mismísimo Lucifer se propusiera protegerte a toda costa? Y lo peor de todo: ¿y si te enamorases de él? ...