TRASLADO

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Luc ha insistido en que me duche con él en el baño de su dormitorio, por lo que, tras hacer una parada en mi habitación para coger mi ropa, entro en su cuarto.

-¿Luc? - pregunto después de cerrar la puerta.

No lo veo, por lo que deduzco que debe estar ya en el baño. Oigo el grifo del agua correr y la música de John Legend de fondo, como siempre maravillosa. Dejo mi ropa limpia sobre la cama de Luc y me dirijo al cuarto de baño. Llamo a la puerta entreabierta pero nadie me contesta. Cuando me dispongo a entrar, Lucifer abre de forma brusca, provocando que me sobresalte.

-Estaba esperándote - dice apartándose y dejándome sitio para pasar. Siempre tan caballeroso.

Su escultural cuerpo se muestra ante mí completamente desnudo y el deseo comienza a abrirse camino entre el resto de mis emociones para ponerse en primera fila. ¿Quién no se sentiría atraída por semejante espectáculo?

Se acerca a mí y me envuelve en sus fornidos brazos mientras sus labios van al encuentro de los míos para besarlos apasionadamente. De repente, y por desgracia, su boca se separa ligeramente de la mía. Puedo ver el deseo ardiendo en sus ojos, esos que me recorren de arriba a abajo examinando cada centímetro de mi anatomía.

-Creo que me cobraré mi premio ahora - susurra, tan cerca de mí que siento el calor de su respiración sobre mi rostro - Pero antes, deberías quitarte la ropa.

Me despega de sus brazos y me observa, esperando que cumpla su deseo. Ningún hombre me había pedido hasta hora que me desnudara mientras me observaba. Lo normal es que la lujuria se desate y ambos nos vayamos desnudando entre besos y caricias.

-Estoy esperando, preciosa. No tengas vergüenza - me dice al notar mi indecisión.

Un poco temblorosa, obedezco al demonio que tengo en frente y que me devora con la mirada. Me quito las mallas y la camiseta, y enseguida estoy en ropa interior. Luc ni siquiera pestañea, siguiendo con todo lujo de detalle cada uno de mis movimientos.

-Quítate todo. Continúa - me ordena.

Le hago caso y lentamente desabrocho mi sujetador y lo dejo caer al suelo. Cojo con los dedos de ambas manos la goma de las bragas que llevo puestas y las deslizo a través de mis muslos hasta que llegan a mis tobillos. Saco los pies y las aparto un poco.

-Eres preciosa, Meridiana. Nadie podría resistirse a tus encantos. Hasta yo he caído rendido ante ellos.

Las palabras de Luc hacen que mi pulso se acelere y que mi respiración se vuelva más irregular.

Se acerca a mí tan lentamente que la espera me parece una tortura. Su mano acaricia mi mejilla y su pulgar dibuja el contorno de mis labios.

-Luc... - lo llamo, implorando su contacto.

-Metete en la ducha - me manda.

Obedezco sin rechistar y sin saber cuánto más voy a poder soportar este anhelo que crece cada vez más en mi interior. El agua comienza a caer sobre nuestros cuerpos y Luc me toma entre sus brazos, empujándome contra el frío azulejo de la pared. Me besa con furia mientras su lengua va al encuentro de la mía. Su sabor, dulce y exquisito, me embriaga por completo y mi mente se nubla ante la perspectiva de lo que me espera. Sus manos descienden por mis caderas hasta colocarse en la parte alta de mis muslos, justo por debajo de mis nalgas. Me coge con fuerza y me levanta, haciéndome enredar mis piernas alrededor de su cintura. Pongo mis manos en su nuca atrayéndolo más hacia mí. Sus labios, húmedos y suaves, bajan por mi cuello dejando una lluvia de besos a lo largo del recorrido. Gimo. Mi cuerpo lo reclama con ansiedad. Mi temperatura ha subido tanto que por un momento creo haberme convertido en una antorcha. Me resulta imposible controlar el efecto que su contacto tiene sobre mí. Gimo de nuevo ante la pasión de sus besos que siguen su camino hacia uno de mis pechos.

Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora