EL VUELO

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Cuando cae la noche, estoy recostada sobre la alfombra que hay situada frente a la chimenea que Luc ha insistido en encender. Las noches todavía son bastante frescas y más cuando estás en medio del campo. Luc y As no sienten el frío, pero mi señor diablo no ha parado de volverme loca hasta que he accedido a que prendieran la leña. Claro que, en realidad, no me ha dejado muchas más opciones. Yo hubiese preferido calentarme entre sus brazos pero con As delante debemos guardar un poco la compostura, por mucho que nos cueste y aunque a veces se nos olvide. Lucifer me ha explicado que la temperatura de mi cuerpo se irá elevando con el paso del tiempo hasta volverme insensible al frío y al calor, como ellos pero, mientras tanto, tendré que conformarme con seguir abrigándome cuando lo necesite.

Estoy escuchando la inconfundible voz de Adele en mi móvil, con los auriculares puestos y viendo el sensual baile de las llamas que crepitan frente a mí. En otra época creo que me hubiese quedado dormida aquí mismo pero ahora es distinto. Incluso con el día tan largo que he pasado y el entrenamiento de esta mañana, no conseguiría conciliar el sueño por mucho que lo intentase.

As se acerca a mí y se sienta a mi vera acomodándose con unos cojines, todo bajo la atenta mirada de mi príncipe de las tinieblas, del que oigo salir algo parecido a un gruñido.

Ahora que tengo tan cerca a Asmodeo, tengo que reconocer que es increíblemente guapo. Sus ojos esmeralda unidos a su voz suave y aterciopelada y a las finas facciones de su cara, harían perder la cabeza a cualquiera que se cruzase ante él. Es muy distinto a Lucifer que posee una belleza más salvaje. Su larga melena azabache, que contrasta con esos dos zafiros que me dejan sin aliento, y esa sonrisa de medio lado que esboza con su aire de superioridad le dan un aspecto peligroso pero misterioso al mismo tiempo. ¿Quién no se volvería loco ante un ser así?

-¿Estás nerviosa, querida? - me pregunta As mirándome con ojos curiosos.

-¿Por qué iba a estarlo? - le cuestiono cuando dejo mi móvil y los auriculares sobre la alfombra.

-Por lo de intentar echar el vuelo. Sé que tienes muchas ganas.

-Bueno... más que nerviosa, lo que estoy es ansiosa. Estoy deseando empezar - reconozco. - Y creo que va siendo hora.

Me levanto y me acerco hasta Luc que permanece sentado, totalmente inmóvil en uno de los sillones del salón sin quitarme la mirada de encima. Me siento sobre sus piernas y rápidamente me veo secuestrada por sus brazos que me agarran por la cintura, acercándome más a él. Mi corazón comienza a golpear con fuerza en mi pecho y necesito hacer uso de todo mi autocontrol para no abalanzarme sobre su boca.

Tranquila, Meri. Ya tendrás tiempo de saborear ese magnífico cuerpo más tarde.

-Luc, ya es noche cerrada. Podíamos salir y empezar con las clases de vuelo - sugiero, intentando controlar mis impulsos.

Empiezo a pensar que cada vez me parezco más a Asmodeo. ¿La lujuria será contagiosa?

-Supongo que ya podemos comenzar. No creo que nadie pueda verte por muy despacio que vayas.

-¡Pues vamos! Ya estamos perdiendo el tiempo - exclamo mientras salgo corriendo a la parte exterior de la casa.

Una vez en la parte de fuera, me transformo inmediatamente. No puedo esperar para alzar el vuelo.

Hace más frío del que me imaginaba e intento calentarme cruzando los brazos y abrazándome a mí misma. Estaba tan calentita junto a la chimenea...

-¿Tienes frío? - me pregunta Luc acercándose a mí.

-Un poco, la verdad. No pensaba que hubiese bajado tanto la temperatura después de lo bueno que ha hecho durante todo el día.

-Si quieres podemos dejarlo para otro momento.

Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora