EL DESPERTAR

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Aunque la tarde no resultó del todo como yo esperaba, he de reconocer que me lo pasé muy bien. Poco a poco, Luc se ha ido tranquilizando, y parece que ha perdonado a Asmodeo.

Justo cuando el sol termina de desaparecer en el horizonte, entramos por la puerta de casa.

-Creo que nadie nos ha seguido - comenta Lucifer cuando llegamos al salón.

Me dejo caer en el sofá, en el mismo sitio de siempre sin poder evitar sonreír. Me siento renovada. Quizás ahora pueda centrarme un poco más en lo de mis entrenamientos. Necesito sacar a la luz mi parte demoníaca como sea. Lucifer y Asmodeo no pueden estar siempre cuidando de mí.

-Para asegurarme voy a sobrevolar un poco los alrededores. Es lo menos que puedo hacer después de mi comportamiento - dice As mientras se dirige hacia las puertas de cristal de la terraza.

-Está bien pero ten cuidado - acepta Lucifer.

As sale a la terraza y tras desplegar las alas, alza el vuelo. Agg que ganas tengo de controlar mi poder para hacer lo mismo. La sensación de libertad debe ser espectacular.

-¿Puedo salir un rato a la terraza? - pregunto con cautela.

Sé que no le gusta que salga al exterior pero con él acompañándome y As revoloteando cerca, no creo que pase nada.

-No sé si es buena idea, preciosa.

-Por favor - le suplico. - Si me acompañas seguro que no correré ningún peligro.

-¿Por qué quieres salir al exterior? Acabamos de venir de la calle.

-El primer día que vine aquí me sorprendió la vista que se podía contemplar desde esta terraza. Solamente me gustaría volver a disfrutarla de noche. As está cerca, él nos avisará si ve algo extraño.

Lucifer observa el cielo a través de los inmaculados cristales de las puertas correderas. No está muy convencido de dejarme salir, aunque sea en su compañía.

-Luc, no podemos vivir siempre ocultándonos.

-Ahh. Está bien. Vamos, te acompaño.

Salimos al exterior. La vista es magnífica. La ciudad está totalmente iluminada y un manto de estrellas la cubre por completo. Ha empezado a refrescar por lo que cruzo mis brazos bajo mi pecho, abrazándome para intentar calentarme. Noto la presencia de Luc a mi espalda. Se acerca a mí y sus brazos, cubiertos sólo por las mangas de la fina camisa de seda, me envuelven desde atrás. Siento su calor de forma inmediata. Estoy tan relajada que podría quedarme dormida en sus brazos para siempre.

-¿Tú no tienes frío? - pregunto con curiosidad.

Giro la cabeza ligeramente para ver a Luc curvar sus labios y mostrar un gesto de suficiencia.

-No. En realidad, no sentimos ni el frío ni el calor.

-¿De verdad?

-Sí, de verdad. Pero puedo hacer que entres en calor siempre que lo desees. Como ya te dije, mi temperatura corporal es mucho más alta que la de cualquier humano.

-En estos momentos es una ventaja. Gracias a eso ya no tengo frío.

Lucifer me gira en sus brazos colocándome frente a él. Sus ojos brillan por el reflejo de la luna y yo me siento hipnotizada por ellos. No soy capaz de apartar la vista de esos dos zafiros perfectos que tengo delante. Daría cualquier cosa por poder mirarlos eternamente.

Los firmes brazos de Luc rodean mi espalda y me aprietan contra él. Imito su gesto y coloco mis brazos a la altura de sus lumbares mientras apoyo mi cabeza en su pecho que sube y baja rítmicamente con cada una de sus respiraciones. Lentamente, una de sus manos asciende por mi cintura recorriendo las líneas curvas de mi cuerpo hasta llegar a mi cuello y sujetar mi nuca. Las caricias de sus dedos contra mi piel me hacen vibrar y mi pulso ha comenzado a acelerarse. Mi respiración se entrecorta y mi corazón parece querer salirse de mi pecho. Alzo ligeramente la cabeza para poder contemplar el celestial rostro de Lucifer, siempre magnífico, siempre perfecto. Desplaza su mano desde mi nuca siguiendo el contorno de mi mandíbula hasta que su pulgar consigue rozar mis labios. Su dedo acaricia suavemente mi boca y yo cierro los ojos para sentir más intensamente su contacto, dulce y delicado.

Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora