LAS PENITENCIARÍAS

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Ha llegado el momento de volver a la Tierra, a la finca que Félix nos cedió hasta que todo lo de Astartea esté solucionado, pero antes he de hacer una nueva visita al ejército para darle instrucciones a Azazel. Esperemos que esta vez no se ponga quisquilloso, aunque por lo que me ha dicho Luc, parece que no tengo de qué preocuparme.

Cuando llegamos hasta el patio central del cuartel, Azazel ya se encuentra allí, entrenando con otros soldados. Al vernos, todos los allí presentes detienen sus actividades para formar filas. Azazel se coloca delante de ellos, de frente a nosotros, justo antes de inclinar la cabeza al acercarnos. Tantas muestras de respeto me siguen resultando muy extrañas.

-Mis señores - saluda Azazel, volviendo a levantar el rostro.

Detrás de los soldados que están hoy en el patio, en la pared del fondo, veo una gran puerta negra rodeada de enormes cadenas. ¿A dónde dará esa puerta? El primer día no me fijé en ella, estaba más preocupada porque el ejército me aceptara. Después le preguntaré a Luc.

-Azazel, vamos a volver a la Tierra, por lo que te quedas al mando hasta nueva orden - le comunico.

-Gracias por seguir confiando en mí - me responde.

-Espero no tener que arrepentirme de mi decisión. Más vale que no me defraudes - le advierto lanzando una severa mirada.

En realidad me fío plenamente de él aunque no sé muy bien porqué. Supongo que es porque confío en la decisión que tomó mi padre cuando le dejó al mando. Ojalá no me equivoque con esta intuición. Nos estamos jugando mucho.

-No os decepcionaré. A ninguno - dice inclinando de nuevo la cabeza.

-Hay algo más - continúa Lucifer. - Todavía no hemos conseguido averiguar dónde están Astartea y los demás rebeldes ni cuántos son exactamente por lo que de momento, no moveremos al ejército de aquí.

-No creemos que sea bueno llevarnos a parte de los soldados a la Tierra sin saber exactamente cuándo se va a producir el ataque - aclaro.

Sin duda no sería bueno dejar tantos demonios juntos en la Tierra sin tener una fecha aproximada de la batalla. Sería peor el remedio que la enfermedad. No están acostumbrados a salir del infierno y podrían ocasionar numerosos problemas.

-Perdonad por preguntar pero, ¿qué pasará si atacan antes de que averigüéis cuándo van a hacerlo? - Azazel parece inquieto y no me extraña. Estamos en una situación muy delicada.

-Esperemos que eso no pase. Aún no han averiguado dónde estamos. Confiemos en tener tiempo para obtener alguna pista antes de que lo hagan ellos. - Me gustaría decirle que tenemos todo bajo control y que no tiene de lo que preocuparse pero por desgracia, la realidad es otra muy distinta.

-Estad preparados en todo momento porque en cuanto sepamos algo, volveremos para llevarnos a los soldados que sean necesarios - dice Lucifer con tono autoritario.

-Sí, mi señor.

-Y... Azazel, - continuo - contamos contigo para proteger el infierno si se produce alguna revuelta. Durante un día los siete estaremos fuera ya que tenemos que reunirnos con los arcángeles, así que confiamos en ti para mantener el orden hasta que Belcebú vuelva.

La reunión de hace un par de horas con los demás miembros del Consejo ha sido bastante turbulenta, sobre todo cuando Luc ha dicho que todos los miembros debíamos ir a la Tierra para reunirnos con los arcángeles y trazar un plan de batalla con ellos. A la mayoría no les ha hecho mucha gracia, en especial a Mammon. Al final han acabado por acatar las órdenes, como siempre, por lo que todos nos iremos a la finca durante un día más o menos. Ha sido extraño comprobar como todos acaban aceptando los mandatos de Lucifer por mucho que no les gusten.

Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora