EL PASADO

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Las comidas cada vez me resultan más incómodas. Por si no tenía bastante con Luc observándome dar cada bocado, ahora tengo que soportar otro par de ojos más sobre mí. No sé si conseguiré acostumbrarme a ser la única que necesita comer. Ojalá esto cambie cuando mi parte demoníaca salga a la luz.

Tras la cena me acomodo en el salón. A pesar del día tan intenso que he pasado, no tengo nada de sueño. Debe ser la adrenalina que todavía recorre mis venas.

Me pongo los auriculares del móvil para escuchar algo de música; eso siempre me relaja. Entonces As rompe la burbuja de paz que me rodea.

-Querida, me he dado cuenta de que no sé nada de tu vida.

¿En serio quiere hablar de mí? ¿Por qué vuelve a interesarse por mi vida? Hasta la llegada de Luc, mi día a día era tan emocionante como el de una babosa.

-¿Cómo fue criarte con Esperanza? - As se dirige a la mesa donde están las botellas y se sirve una copa de whisky.

A la vista está que lo de beber alcohol a diestro y siniestro no es exclusivo de Lucifer.

-¿Por qué quieres saber eso ahora? - Estoy segura de que su vida es mucho más interesante que la mía.

-Simple curiosidad - responde As encogiéndose de hombros.

Me quito la auriculares y los dejo junto con el móvil en la mesa baja que hay frente al sofá.

-No hay mucho que contar. Le di bastantes problemas a mi madre, me metía en muchas peleas.

-Así que siempre has sido una rebelde.

-Algo así. Mi madre era un músico extraordinario. Me enseñó a tocar la guitarra española, el piano y el violín, aunque éste último es el que menos me gusta.

A mi mente vienen recuerdos de todas las tardes en las que desesperaba a mi madre cuando ésta intentaba enseñarme a tocar el piano. Fue el primer instrumento que aprendí a tocar.

-Todavía me pregunto de dónde sacaba mi madre tanta paciencia para aguantarme durante horas aporreando las teclas del piano - digo sonriendo melancólicamente.

-¿Por qué no te dedicaste a la música? Es evidente que te gusta.

En realidad no me gusta, me apasiona. No sabría vivir sin ella, sin ese balón de oxígeno que me supone.

-Nunca he tocado delante de nadie, excepto de mi madre. La música es mi forma de evadirme, es como un salvavidas que me mantiene a flote y evita que me ahogue.

-Entonces eres como Lucifer.

¿Lucifer? Recuerdo que el primer día, cuando vine a esta casa, me dijo que tenía un piano en su dormitorio.

-Luc, tú tocas el piano, ¿no? - le pregunto mientras se sienta junto a mí.

-Sí, entre otros instrumentos. Pero cuando Asmodeo se refiere a que eres como yo, lo dice porque yo tampoco toco delante de los demás, no desde mi exilio.

Lo imagino triste y melancólico tocando solo en su dormitorio, más o menos como he hecho yo casi toda mi vida.

-La música me ayuda a sobrellevar las pesadillas que me atormentan - continúa Luc.

-¿Pesadillas? Creía que no podíais dormir.

-A veces no hace falta dormir para tener pesadillas. Los recuerdos pueden ser mucho más aterradores que cualquier sueño. - Lucifer parece perdido en el laberinto de su memoria.

¿Qué fue lo que hiciste que te sigue atormentando de esta forma? Me gustaría tanto poder ayudarlo, pero no sé qué puedo hacer.

-¿Qué te pasó Luc? ¿Qué fue lo que te ocurrió?

Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora