Mi estómago empieza a llamar mi atención, recordándome que lleva vacío desde el día anterior. No es posible. ¿Por qué yo necesito seguir comiendo?
-Oh, claro. Debes estar hambrienta - dice Luc, que sin duda a oído los irritantes ruidos que hace mi vientre.
-Pero no puede ser, mis poderes han despertado. ¿No se supone que ahora soy como vosotros?
-No exactamente. Siempre tendrás algunas características propias de los humanos. Te explicaré con detalle todo sobre tus poderes pero antes tienes que tomar algo.
La verdad es que ahora mismo tengo tanta hambre que me comería cualquier cosa.
Sigue sin gustarme ser la única que necesita comer y odio que los dos demonios que me acompañan observen con todo lujo de detalles cada bocado que me llevo a la boca, aunque cada vez estoy más acostumbrada a esta situación.
Tras una opípara comida que me ha hecho darme cuenta de lo realmente hambrienta que estaba, nos dirigimos de nuevo al salón de la casa. Ahora que estoy con las fuerzas totalmente recuperadas, espero que me aclaren todo lo relacionado con mis poderes. No los he vuelto a usar desde el ataque de anoche pero estoy impaciente por volver a hacerlo.
-Muy bien, preciosa. Lo primero que debes entender es que los mestizos conserváis algunas de las características de los humanos - comienza a explicarme Luc.
-¿Como por ejemplo la necesidad de comer?
-Sí, entre otras cosas - continúa Lucifer. - También necesitáis dormir, aunque os suele bastar con tres o cuatro horas al día. Vuestros sentidos están más desarrollados que los de los humanos pero no tanto como los nuestros, aunque notáis la diferencia sobre todo cada vez que os transformáis.
Recuerdo que cuando empezó la batalla me costaba seguir con la vista los movimientos de la lucha, pero después de que mis poderes despertaran, todo parecía moverse a cámara lenta. Mi olfato también es más sensible que antes al igual que mi oído. Puedo escuchar el palpitar del corazón de Luc y percibir su aroma con una intensidad inimaginable. Y el tacto... oh, el tacto...
-¿Y a qué se refería Rafael con lo de mi capacidad de curación?
Rafael hizo referencia a ese tema cuando estuvo curándome después de que la flecha me atravesara.
-Los demonios, al igual que los ángeles, nos curamos casi al instante. Por eso para matarnos no basta con usar armas forjadas en el cielo o en el infierno, también es necesario que la herida sea en el corazón o que nos corten la cabeza - me explica Asmodeo. - Pero en tu caso, tu capacidad de curación es menor a la nuestra, aunque por supuesto, te recuperas más rápido que los humanos.
Toco la zona de mi herida intentando recordar el momento en el que Rafael me curaba. Si no llega a ser por él ahora estaría muerta.
-¿Por eso Rafael tuvo que curarme?
Espero tener la oportunidad de darle las gracias como es debido.
-Sí. Habías perdido tanta sangre que estabas demasiado débil para que pudieras curarte por ti misma. Fue una herida terrible - Luc parece apenado mientras habla. - Menos mal que Rafael accedió a ayudarnos.
-Pero entonces, mi cuerpo es más débil que el vuestro, ¿no?
-Por desgracia, sí. Tu cuerpo es un intermedio entre el de los humanos y el nuestro. No puedes contraer ninguna enfermedad pero puedes resultar herida más fácilmente que nosotros. Por eso debes tener cuidado y no volver a hacer estupideces como interponerte entre una flecha y yo.
Agg. ¿De verdad otra vez me va a volver a echar la bronca por lo de anoche? Pues lo siento por él pero no me arrepiento de lo que hice. Es más, si me volviese a ver en la misma situación, volvería a hacerlo sin ninguna duda.
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Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)
FantasyObra registrada en Safe Creative. Primera parte e la saga Meridiana. ¿Y si un dia descubrieses que eres la hija del demonio de la ira? ¿Y si el mismísimo Lucifer se propusiera protegerte a toda costa? Y lo peor de todo: ¿y si te enamorases de él? ...