RAFAEL

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As, ven conmigo. Necesito que te quedes con ella un momento.

Lucifer me lleva hasta su habitación y me posa sobre su cama con sumo cuidado.

-¿Se puede saber a dónde vas tú? - pregunta Asmodeo.

-A llamar al único ser que puede ayudarnos.

-¿Te refieres a Rafael? ¿Crees que querrá ayudarnos con esto? Después de todo, Meridiana es también un demonio.

As no parece muy entusiasmado con el plan de Lucifer y eso me preocupa.

-Pero también es humana. Intenta mantener la presión en su herida.

Luc se inclina hacia mí y me acaricia la mejilla con dulzura.

-Vuelvo en seguida, preciosa. Aguanta un poco más.

Sin decir nada más el demonio al que amo sale del dormitorio a toda velocidad.

-Luc... - susurro su nombre, reclamándolo.

Acaba de salir de la habitación y ya lo añoro. Empiezo a sentir frío en todo el cuerpo y mi respiración se vuelve cada vez más lenta. Noto como As retira parte de mi camiseta para intentar taponar la herida que me atraviesa desde la espalda hasta el pecho.

-¡Ah! - gimo.

El dolor se hace más intenso debido la presión sobre la herida.

-Tranquila, querida. Volverá enseguida con ayuda. - As hace una breve pausa mientras acaricia mi rostro. - Si hubiese sido más rápido nada de esto habría ocurrido.

Me gustaría decirle que no es culpa de él pero ya no tengo fuerzas para hablar. He perdido demasiada sangre, aunque hago todo lo posible por mantenerme despierta. No quiero morir sin volver a ver una vez más a Lucifer. Necesito decirle que le quiero. ¿Por qué no lo habré hecho antes?

Tan sólo un par de minutos después, Lucifer aparece de nuevo en el dormitorio acompañado de alguien a quien apenas puedo distinguir.

-Hola, Asmodeo. Siento vernos en estas circunstancias - dice una voz que desconozco.

-Hola, Rafael. ¿Puedes ayudarla? - pregunta As impaciente.

Por un instante se hace un incómodo silencio en la habitación y yo me temo lo peor. Definitivamente es el fin.

-Por favor, Rafael. No puedo perderla - suplica Luc.

-No es que no quiera ayudaros pero sabes que mi poder de curación sólo funciona con los humanos y ella es solo medio humana.

-Ya lo sé, pero necesito que por lo menos lo intentes.

-Ahh - suspira - Está bien. Haré lo que pueda pero no podré curarla del todo, aunque quizás sea suficiente para que termine de recuperarse por sí misma.

¿Me voy a salvar? Por fin algo de esperanza, sin embargo, no debería cantar victoria todavía, por si acaso.

Siento la presencia de Rafael justo a mi lado pero ya no soy capaz de ver nada. No consigo abrir los párpados.

-Meridiana, escucha. Soy Rafael, uno de los arcángeles, voy a poner mis manos sobre tu herida para intentar curarte. Puede que notes un ligero dolor en esa zona pero es algo normal.

La voz de Rafael es suave y dulce, casi como un canto que me arrulla. Intento abrir los ojos cuando un gran escozor se instala encima de mi pecho.

-¡Ah! - grito de dolor.

-Tranquila, Meridiana. Será peor si te resistes - me avisa Rafael.

-¿Qué es lo que la pasa? - Oigo la voz de Luc que parece estar muy preocupado.

-Su parte demoníaca está oponiendo resistencia - explica Rafael. - Creo que ya no puedo hacer más por ella.

El dolor cesa por completo y parece que mi respiración comienza a volver a la normalidad poco a poco. Lentamente, empiezo a sentirme mejor.

-Meridiana, ¿cómo te encuentras? - me pregunta Lucifer.

-Luc... ¿Tú... estás bien? - consigo pronunciar.

Él es lo único que me preocupa. No sería capaz de soportar que le pasase algo malo.

-Sí, estoy bien, aunque me has tenido muy preocupado.

Entonces recuerdo ver a As herido en el brazo cuando apareció en la terraza.

-¿Y As? Estabas... herido. Vi... tu brazo.

Comienzo a recuperarme aunque muy despacio, y por fin puedo ver con algo de claridad.

-Lo mío era sólo un rasguño y además ya está curado - dice As mostrándome el brazo cubierto de sangre seca.

-Ahora deberías descansar, Meridiana. Todavía no estás recuperada del todo. Perdiste mucha sangre - me dice Rafael.

Me giro hacia él y compruebo que es igual de atractivo que los demás. Su piel de color oscuro como el ébano, y su cabello negro y rizado, contrastan con el verde de sus ojos. Por un momento me siento perdida ante su magnífica imagen.

-Gracias... Rafael. Gracias por... salvar... mi vida - digo con dificultad

-Bueno, no he podido curar del todo tu herida pero te recuperarás enseguida. Tu capacidad de curación no es como la de los demás demonios pero aun así, te curas más rápido que los humanos. El problema es que estabas demasiado débil para curarte por tí misma. Ahora sólo descansa y seguro que mañana estarás completamente repuesta - dice Rafael sonriendo.

¿Mi capacidad de curación? ¿Nos curamos más rápido que los humanos? ¿A qué esperaban para decírmelo?

-¿Qué es... eso de mi capacidad... de curación? - Todavía me cuesta hablar.

Creo que tienen razón, necesito descansar. Nunca he estado tan cansada como en estos momentos. Ahora mismo no tengo fuerzas ni para sentarme.

-Mañana te lo explicaré, no te preocupes por eso - me pide Lucifer sujetando mi mano. - Ahora duerme un rato.

Me siento cada vez mejor pero el sueño comienza a apoderarse de mí. Estoy totalmente exhausta.

-Rafael, no sé cómo agradecerte lo que has hecho - dice Luc junto a mí.

-Me hubiera gustado hacer más. En cualquier caso, no podemos permitir que algo así vuelva a pasar. Volveré al cielo inmediatamente y comunicaré al resto del consejo angelical lo sucedido.

Cada vez estoy más cansada. Quiero escuchar la conversación pero a cada segundo que pasa me cuesta más mantenerme despierta.

-A ver si averiguáis cuántos ángeles están implicados. Nosotros haremos lo propio con los nuestros - explica Lucifer.

-En cuanto sepamos algo os avisaremos. No podemos consentir que haya ángeles atacando y matando humanos - dice Rafael. - Y tampoco deberían atacaros a vosotros; hicimos un trato que debemos respetar.

Supongo que se refiere al acuerdo que me dijo Luc. Según ese trato los ángeles dejarían en paz a los demonios siempre que éstos no hicieran daño a ningún humano.

-Astartea ha conseguido unir a ángeles y demonios para intentar matarnos, y es obvio que no les importa a quien tengan que eliminar para conseguir su objetivo. Supongo que nosotros también deberíamos luchar juntos - comenta As.

-Sí, tienes razón - admite Rafael. - Avisaré a los otros seis ahora mismo.

-Está bien, te acompaño a la terraza. As, no pierdas de vista a Meridiana.

-Tranquilo, Lucifer. No me separaré de ella.

As se sienta junto a mí en la cama y coge mi mano para acariciarla suavemente.

-No quiero ni pensar lo que habría sido de Lucifer si hubieses muerto. Bueno, no sólo de Lucifer. Yo tampoco me lo habría perdonado.

La voz de Asmodeo suena cada vez más lejana. Siento como su mano libre acaricia mi pelo con cariño. Su calor me inunda y poco a poco me rindo ante el sueño que me invade.

Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora