Llevamos en el infierno casi veinticuatro horas, aunque aquí es complicado llevar la cuenta ya que siempre es de noche. Yo sigo llevando el horario que llevaba en la tierra para poder hacerme una idea de las horas de las comidas y de descanso, aunque no me gusta nada ser la única que tiene esas necesidades. Aquí nadie duerme ni come, por lo que la vida no se detiene nunca.
Los hijos de Astartea están a punto de venir para que Luc los reciba en una audiencia. Supongo que vienen a hablar de su madre pero quizás nosotros seamos capaces también de obtener algo de información.
Mientras nos dirigimos al salón del trono, aprovecho para preguntar a Luc sobre nuestros próximos dos visitantes.
-Imagino que los hijos de Astartea nacieron ya en el infierno - comento.
-Sí. Es muy raro que los demonios femeninos tenga hijos. No son tan fértiles como las mujeres humanas, afortunadamente.
-¿Afortunadamente? - pregunto a Luc sin terminar de comprender.
-Sería muy difícil para El Consejo mantener el orden si el número de demonios empezase a aumentar de forma indiscriminada - me aclara llevándome de la mano.
Entonces supongo que el hecho de que apenas puedan tener hijos si es una ventaja, por lo menos para El Consejo.
-Sin embargo, Astartea tuvo dos hijos - continúo.
-Así es. Tuvo mellizos: un niño y una niña. Es el único caso que conozco entre demonios. Si es raro tener un hijo, imagínate dos.
-¿Y cuáles son sus nombres?
-A la niña la llamó Deseo y al niño Amor.
No es que los nombres sean feos, pero llamar a tus hijos así es cuando menos extraño.
Lucifer se gira hacia mí, analizando mi cara de incredulidad.
-Sé que no estás acostumbrada a esos nombres pero si te sirve de algo, aquí también nos siguen llamando la atención. Los humanos siempre los han interpretado como una metáfora al ser Astartea una mujer muy bella y pasional que despertaba sentimientos de amor y deseo en los hombres. Obviamente, otra vez se equivocaban. Los dos son bastante reales y no una simple metáfora.
-¿Cuántos años tienen? - pregunto con curiosidad. Es obvio que si ya nacieron aquí, son más jóvenes que Lucifer, pero aun así estoy segura de que no son dos niños.
-Apenas tienen unos pocos miles de años.
¿Apenas? Y lo dice como si acabaran de nacer. Definitivamente, el concepto de tiempo no es el mismo para ellos que para mí.
-¿Y eso te parece poco? - pregunto sorprendida.
-Para mí, tan sólo son unos críos - responde con indiferencia.
Pues si ellos le parecen unos críos, ¿yo qué soy?
Cuando nuestra conversación parece llegar a su fin, entramos en una gran sala con altos techos, salpicada con bonitas columnas labradas y decorada en los mismos colores que el resto del castillo. Al fondo, cinco escalones llevan hasta un imponente trono blanco con adornos dorados en los brazos y un respaldo negro en forma de alas plegadas. Avanzamos por el salón y espero a que Luc ascienda por los escalones hasta sentarse en su trono. Está magnífico, realmente grandioso.
Espero en la parte baja mientras soy incapaz de apartar los ojos de su sobrecogedora presencia. Lucifer me mira durante un leve instante, justo antes de hacerme un gesto con la mano para que me acerque a él.
-Este es el lugar que te corresponde, justo a mi vera - dice cuando llego a su lado.
-¿Estás seguro? - le pregunto mientras toma mi mano.
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Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)
FantasíaObra registrada en Safe Creative. Primera parte e la saga Meridiana. ¿Y si un dia descubrieses que eres la hija del demonio de la ira? ¿Y si el mismísimo Lucifer se propusiera protegerte a toda costa? Y lo peor de todo: ¿y si te enamorases de él? ...