LA REUNIÓN

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El resto del día transcurrió sin sobresaltos. Estuve entrenando hasta que Luc fue a avisarme para cenar, ya que estaba tan concentrada que no me di cuenta de la hora que era.

El ejercicio me vino bien para descargar adrenalina y gracias a eso pasé una buena noche. Esta vez no tuve pesadillas.

Lo malo es que me he levantado con el corazón en un puño y el estómago totalmente cerrado. En un par de horas llegarán los demás miembros del Consejo y no estoy muy segura de cómo resultará la reunión. Por si eso fuera poco, la insistente mirada de Luc no ayuda a relajarme.

-¿Podrías dejar de mirarme de esa manera?

-¿Tanto te molesta? - me pregunta.

-Pues la verdad es que sí.

-Estás preocupada por lo de hoy, ¿no? ¿Es eso lo que te pasa?

Agg, me desquicia que haga eso. No soporto que pueda leer en mí tan fácilmente.

-Sí, quiero que esta reunión salga bien. No quiero problemas con los demás.

-Ya te dije ayer que no le dieras vueltas. No hay de qué preocuparse.

Por mucho que Luc repita que me tranquilice no consigo relajarme. He intentado tomarme el desayuno pero no he sido capaz de probar bocado.

Venga, Meri, seguro que no es para tanto. Tú nunca le has temido a nada.

-Vamos preciosa, intenta desayunar algo. No puedes estar con el estómago vacío - dice Luc empujando hacia mí una taza de café.

Creo que hoy tenía que haberme preparado una tila.

-Al final voy a terminar por pensar que tienes una ligera obsesión con mi alimentación.

-Sólo quiero que estés bien.

-Estoy bien.

Esta conversación no va a llegar a ningún sitio. No sé quién es más cabezota de los dos. Quizá si lo dejamos en un término medio...

-Me tomaré el café.

-Tienes que tomar algo sólido también.

¡Agg!, es insoportable.

-¿Sabes que puedes llegar a ser inaguantable? Me beberé el café y se acabó.

-¿Y tú sabes que jamás nadie se había atrevido a hablarme de ese modo?

-Para todo hay una primera vez - respondo con seguridad.

Supongo que no hay nadie tan loco como para hablarle al diablo de la forma en la que yo lo hago pero sé que no me hará daño. En estos días lo único que ha hecho es preocuparse por mí.

-Demasiadas primeras veces contigo - murmura y recuerdo cuando me dijo que yo había sido la primera mujer que lo había rechazado.



El tiempo pasa muy lentamente esta mañana y cada vez me siento más agobiada. Estoy dando vueltas por el salón porque no soy capaz de estar sentada ni un segundo. Luc ha dicho que aterrizarán en la terraza por lo que no puedo evitar mirar cada medio minuto a las puertas que dan acceso a ésta, aunque todavía falta un cuarto de hora para que llegue el momento acordado.

De pronto, noto esos malditos escalofríos recorrer mi cuerpo.

Mierda, ya están aquí.

Un segundo después, veo en la terraza una figura con unas imponentes alas negras que se desvanecen acto seguido. Luc abre las puertas de cristal y recibe a nuestro primer invitado dándole la mano mientras le obsequia con una sonrisa.

Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora