Nos dirigimos por el pasillo hacia el cilindro central cuando me doy cuenta de que unos iris nos observan.
-Vaya, vaya. Pero si son las dos mayores beldades del averno. - As se acerca a nosotras con esa sonrisa picarona que casi siempre le acompaña.
-¿Sólo del averno? ¿Se suponía que eso era un piropo? - Me encanta burlarme de él, no puedo remediarlo.
-¡Cuánta razón tienes, querida! ¡Qué grosero por mi parte! No hay nadie en el cielo, la Tierra o el infierno que pueda acercarse, ni de forma remota, al nivel de vuestra belleza - dice cogiendo nuestras manos y besándolas. - Pero agradecería que no se lo dijeseis a Lucifer.
Otro igual.
-Te ha oído decirme cosas mucho peores que esa y no te ha hecho nada. - Si después de todas las veces que As ha insinuado que quería acostarse conmigo, Luc no lo ha torturado, no creo que ahora lo haga.
-No me ha hecho nada, de momento. Prefiero no tentar a la suerte pero ya sabes que me cuesta resistirme cuando te tengo delante.
-No sé qué voy a hacer contigo - digo riendo. No hay nadie como As para hacerme olvidar los problemas.
-Si admites sugerencias, podría darte algunas ideas - dice mientras me guiña un ojo.
Definitivamente es un caso perdido. Echaba de menos estos momentos, sólo me falta tener a Lucifer al lado echándole la bronca por haberse pasado de la raya.
-As, si quieres seguir de una pieza, no es bueno que continúes por ese camino. Creo que Lucifer no está hoy de muy buen humor - avisa Levi.
Desde luego después de lo de Amor no parecía estar muy alegre y no creo que soportar un juicio haya mejorado su estado de ánimo.
-Lo sé. Por cierto, querida, te está buscando - dice Asmodeo dirigiéndose a mí. - Al parecer ibas a esperarlo en vuestra habitación pero cuando ha ido para allá, evidentemente, no estabas.
-Oh, mierda. Seguro que se ha puesto paranoico. - Esto era lo único que me faltaba.
-Se ha alterado un poco - dice As haciendo un gesto con los dedos pulgar e índice, entre los que deja un pequeño espacio.
-¿Se puede saber por qué no me lo has dicho desde el principio? - A veces me encantaría estrangular a As con mis propias manos.
-Lo has hecho aposta, ¿verdad, Asmodeo? - pregunta Levi poniendo mala cara.
-Si lo hubiese dicho desde el primer momento, Meridiana se habría ido enseguida y no habría tenido oportunidad de hablar con ella - responde sonriendo.
¿Y qué hago con él? Asmodeo no tiene remedio. Va a conseguir que Lucifer acabe castigándolo de verdad.
-Joder, As. Por tu propio bien espero que no esté muy enfadado. Me voy antes de que Lucifer ponga el castillo patas arriba. - Y salgo todo lo rápido que puedo de allí en dirección a mi dormitorio.
¿Es que As no puede tomarse las cosas un poco en serio? Sabe que Lucifer es un exagerado en todo lo que concierne a mi seguridad y, aunque ya he comprobado que tiene una paciencia enorme, dudo mucho que ésta sea infinita.
Cuando llego al pasillo del último piso, Luc está saliendo de nuestra habitación, claramente irritado y preocupado. Después de esto, seguro que sí que me pone un localizador GPS.
-¡Luc! - pero Luc no responde.
Me mira durante un instante para después volver a la habitación, dejando la puerta abierta. Será mejor que hablemos en nuestro dormitorio, no me gustaría que los demás se enterasen de nuestra conversación.
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Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)
FantasyObra registrada en Safe Creative. Primera parte e la saga Meridiana. ¿Y si un dia descubrieses que eres la hija del demonio de la ira? ¿Y si el mismísimo Lucifer se propusiera protegerte a toda costa? Y lo peor de todo: ¿y si te enamorases de él? ...